Llegó la nueva inteligencia artificial, y ChatGPT la acercó a millones de personas en todo el mundo. ChatGPT es una generalización, es como la nueva Casera de la inteligencia artificial generativa, aunque hay otras marcas de gaseosa.
No es una sorpresa para nadie que la inteligencia artificial ya está cambiando nuestras vidas. En su intento de competir con la inteligencia humana, la inteligencia artificial tiene muchas implicaciones, y una de ellas es la forma en que impacta cómo nos informamos y pensamos.
La inteligencia artificial es el último acelerón en ese proceso de sustitución de la conversación por la escucha pasiva y la visualización que comenzó con la radio, la televisión, y siguió con las redes sociales y las plataformas audiovisuales. Más recientemente, este supergoogle que es la inteligencia artificial generativa se está convirtiendo en el recurso de información para cada vez más personas. Cuesta más esfuerzo leer libros que escuchar, creer y ver piezas digitales que cada vez más producirá la inteligencia artificial, sin ninguna responsabilidad de autoría.
Cada vez más construimos nuestra propia opinión a través de lo que leemos en redes sociales y blogs u oímos en YouTube, podcasts o programas de televisión. Se podría argumentar que siempre nos hemos informado por los medios imperantes en cada momento, desde los púlpitos de las iglesias, las plazas de los pueblos, los cafés, los periódicos, y por supuesto, los libros.
Nuestra forma de pensar siempre ha estado en evolución, pero ahora nuestras opiniones se forman con métodos diferentes respecto de los del pasado.
Lo novedoso ahora es que nuestras modernas opiniones se forjan en la soledad de la relación con dispositivos, algo que nunca había ocurrido. Antes nuestras opiniones se basaban más en la conversación, en hablar con otras personas sobre lo que hemos leído en un periódico, escuchado en la radio o visto en la televisión.
Ahora nuestras opiniones ya vienen muy sólidamente formadas, por lo que hemos visto en múltiples dispositivos digitales que usamos, y nuestra capacidad de estar abiertos en conversaciones con personas a cambiar nuestros criterios me parece más complejo que nunca. De ahí la polarización de las conversaciones o la falta de escucha activa, porque hemos desarrollado opiniones fuertes, porque lo hemos leído o lo hemos visto en algún lugar, y por supuesto nos lo hemos creído.
He hecho una pequeña prueba a la versión gratuita de ChatGPT, pidiéndole que realice un análisis detallado de dos libros que no he leído: uno, «Tenemos que hablar» del analista y periodista Rubén Amón, y otro sobre el libro «Las cruzadas vistas por los árabes», de Amin Maalouf. Aqui y aqui están los resultados.
.
El primer libro es interesante porque su tesis es atractiva, aunque no desconocida: insiste en que hoy estamos polarizados políticamente y tenemos que encontrar la forma de desbloquear la conversación. En el segundo quería conocer el punto de vista de cronistas e historiadores musulmanes sobre las Cruzadas, y porque pretendía saber hasta qué punto puedo sustituir la lectura de un libro de casi 400 páginas para una reseña que vaya al grano. Si alguien pretende saber de lo que va un libro rápidamente, estoy convencido de que las respuestas de ChatGPT satisfarán al lector en un alto porcentaje, e incluso le darán una capacidad de verborrear y presumir ante sus colegas o amigos.
Pero ChatGPT no podrá nunca sustituir la experiencia y el placer de la relación primaria entre el escritor y el lector en los libros. Esas horas de conversación silenciosa entre ambos en la intimidad de nuestros espacios y momentos de lectura no son a día de hoy sustituibles. La mente, la vida, la experiencia, las pulsiones que quiere representar el escritor están reflejadas en las palabras de un libro que seguramente le ha llevado años madurar. El lector ha ido impregnándose de la mente del que escribe durante horas, días, semanas, meses. Los efectos son mucho más profundos que una lectura rápida de unos párrafos sintéticos que resumen el libro con ChatGPT.
Tampoco ChatGPT puede sustituir la experiencia de la conversación entre humanos. En todo caso, puede ser un elemento más de información para la conversación humana. Podemos discutir si entre nosotros hablamos de lo que hemos leído, sea de un libro, o en las redes, o que hemos visto en el cine o en una plataforma como Netflix, o incluso en la propia televisión. Pero debemos tener esas conversaciones si queremos romper el aislamiento que genera nuestra conexión en soledad con los dispositivos móviles que tenemos en la palma de la mano. Y tenemos que tener esas conversaciones en vivo y en directo, no a través de emoticonos, imágenes o textos tecleados que alguna vez carga el diablo.