Sin duda estamos viviendo una época de cambio de paradigmas. La tecnología y la globalización siguen añadiendo capas de cambio que afectan a la forma de trabajar y producir, de relacionarse o de comportarse en sociedad. Algunos cambios pueden parecer menores mientras otros puede resultar disruptivos, transformadores del estado actual de las cosas.
En esta última línea habría que situar la posibilidad de que los bancos centrales puedan ofrecer directamente cuentas corrientes a personas o empresas. Para entendernos, hasta ahora sólo los bancos comerciales, cajas de ahorro, cooperativas de crédito y algunas instituciones públicas pueden tener cuentas en los bancos centrales y a su través se realizan las transferencias y pagos entre entidades. Además, los bancos centrales son los únicos emisores o creadores posibles de dinero legal (aunque el dinero electrónico lo crean las entidades bancarias como explicaré más adelante). También supervisan el funcionamiento del sistema bancario al ser el depositario del dinero de los ciudadanos, con el objetivo de evitar colapsos de entidades bancarias que pongan en riesgo la confianza en el propio sistema (controlando el riesgo «sistémico» o del sistema).
A través de una web o una app personas o empresas podrían fácilmente tener cuentas en el banco central directamente, el lugar más seguro posible. Ello evitaría el riesgo de quiebras bancarias, que han costado miles de millones a los españoles en impuestos o deuda pública que cubren los rescates financieros, y caídas en los mercados financieros que afectan a las inversiones cotizadas. Pero se resentiría el volumen de prestamos del sistema, ya que la banca crea dinero con su actividad de préstamos a partir del dinero legal. Los bancos sólo tienen que tener en el banco central un porcentaje de los depósitos de sus clientes y el resto se presta a empresas, a ciudadanos o al sector público. Cada vez que la banca presta dinero, se crean nuevos depósitos y en esto consiste el «multiplicador bancario». Como consecuencia de ello, se estima que más del 90% del dinero en cierculación lo crean los bancos en su actividad de préstamo.
La banca por tanto, y muy especialmente en países como España, es fundamental para que el crédito fluya a la empresas y personas. A través de las oficinas bancarias o directamente online, la banca distribuye el caudal necesario que financia el crecimiento económico. Si las empresas y ciudadanos dejasen de tener cuentas en los bancos comerciales, éstos automáticamente encarecerían el coste del crédito ya que al perder los depósitos deberían sustituirlos por préstamos de los mercados mayoristas a un coste mucho más alto. Y ello situaría la responsabilidad de prestar o qué hacer con el dinero de los clientes en los bancos centrales (lo que de factor casi implicaría cierta nacionalización del crédito), ya que de no prestarlo de vuelta la contracción del crédito sería muy severa. Puede parecer un retorno al pasado, pero algo similar está pasando con las medidas de expansión cuantitativa a través de compras de bonos para evitar las subidas de la prima de riesgo de los bonos de gobiernos nacionales. Representan una nacionalización parcial del crédito, aunque se justificaron para evitar el colapso financiero tras las crisis de 2008.
Pues esto es lo que se está planteando en Suiza en el referendum del 10 de junio sobre la iniciativa Vollgeld. Este pequeño país suizo bastan 100.000 firmas para convocar un referendum legal y aunque su resultado no es de aplicación obligatoria, pone a los los gobernantes en una situación cuando menos incómoda. Los suizos son tan ricos que los proponentes de esta medida parecen no entender por qué sus grandes bancos han de dar préstamos y están más preocupados porque sus ahorros estén seguros. Un cambio de este tipo podría quedarse reducido a «esto sólo se aplica en Suiza», o a que Suiza ha creado un precedente, y si se aplicase, alguien podría pensar que puede extenderse a otros países. Si esto pasara, la contracción del crédito a la economía sería impresionante.
En esta línea varios bancos centrales, entre ellos el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo y el Banco de Noruega entre otros están estudiando la creación de monedas digitales en los bancos centrales (Central Bank Digital Currencies). Son especialmente interesantes las reflexiones no oficiales de los economistas del Banco de Inglaterra, que publican sus debates y análisis en la web «Bank underground». Sin duda es un tema de indudable alcance no sólo técnico sino político por el alcance social e impacto económico que pueden tener.
La fundación FIDE acaba de crear el blog «dinero seguro», dirigido por el que fue gobernador del Banco de España Miguel Angel Fernández Ordóñez, donde empieza a abordar esta importante materia y que de seguro acumulará contenidos interesantes en futuras actualizaciones.