Escribo este post tras el fatídico 1 de Octubre en Cataluña y en España y por supuesto no tengo la menor idea de lo que el devenir nos va a deparar y qué van hacer el gobierno de Mariano Rajoy, los separatistas catalanes ya formalmente sedicionados y liderados por la Generalitat y un Parlament autoconstituido, y el resto de fuerzas políticas españolas que no son convidados de piedra en el asunto. En Cataluña ya no rige ni ley española ni catalana, a a espera del siguiente paso tras el día de ayer. Es un auténtico estado de excepción.
Me interesa más cómo hemos llegado hasta aquí y aunque no hay una sola razón, sí quiero centrarme en una de las demandas más claras de muchas de las partes. Me refiero a la Constitution Española como piedra de solución al problema. Los separatistas han pedido que se cambie para incluir el derecho a referendum y ante la falta de voluntad política de los partidos unionistas han tirado por la calle de enmedio. El PSOE no acaba de desgranar una propuesta concreta de España plurinacional, el PP se instala en el inmovilismo de “decidme qué quereis cambiar con concreto y os diré si apoyo o no” pero no lidera el debate, Ciudadanos suele ser un arduo defensor de su reforma en varios aspectos, y Podemos se apuntará en cada momento a lo que le interesa, pero sí apoyaría el deseo de todos los “pueblos” de España a decidir (municipios, comunidades autónomas, pedanías,,..).
La Constitución yo la veo como el conjunto de normas que en un momento determinado, los prohombres de la política son capaces de acordar y proponer para votación para una nación determinada, como aquellas que regirán la vida en sociedad, protegiendo los derechos de las personas y estableciendo las normas de convivencia y proveyendo de seguridad jurídica. Ha de ser “forward looking”, estar anclada en el presente pero mirando al futuro, y ha de ser situacional, es decir, no todos los países tienen por que tener la misma constitución, aunque sean igualmente democráticos.
La Constitución española de 1978 fue el mejor resultado posible en aquel momento, y a fe que fue un gran resultado, porque resultó del acuerdo de todas las fuerzas políticas que emergieron de un país dominado por la dictadura del General Franco durante casi 40 años mientras el poso democrático se cimentó en buena parte del mundo, con una España “desconectada”. Pero es posible que la Constitución de 1978 se hubiera debido de reformar en varias ocasiones, para completar elementos no desarrollados en el diseño o desempeño del Estado de las Autonomías, o artículos tan interpretables como la “opción nuclear” del articulo 155.
Las Constituciones de la mayoría de los países democráticos han sufrido y sufren modificaciones para adaptarse a los nuevos tiempos, y el proceso de reforma está normalizado, no es un drama ni hay que llegar a un consenso con esfuerzo de parto para lograrlo, ya que en el ánimo de los políticos está llegar a consensos que mejoren la vida de sus ciudadanos en su conjunto.
Las fuerzas políticas españolas incluyendo las regionales o autonómicas no han tenido la altura de miras para entender la necesidad de adaptar la Constitución española a la situación en cada momento. Es posible que ahora tuviésemos un sistema de voto donde el peso de las autonomías no fuera tan decisivo en la aritmética parlamentaria de las decisiones del parlamento central. Es posible que no se hubieran transferido competencias con tanto desparpajo y tan escaso control sin responder a una narrativa que vertebre España como nación. Es posible que no hubiéramos llegado a esta situación y que todos los españoles viéramos España más como un destino que como un lugar de partida, como pasa en tantos países orgullosos de su historia en el mundo.
Parece que en España necesitamos de catarsis para afrontar el cambio cuando este debería ser más evolutivo, más acompasado. El consenso lo alcanzamos en situaciones límite y se nos llama maestros de la improvisación. Desde luego, la situación post 1-O va a requerir de creatividad y voluntad compartida, porque los distintos gobiernos de tanto PSOE como PP, y la avaricia política de los nacionalistas nos han puesto en una situación de urgencia límite.
En los últimos tiempos, un buen amigo me dijo que España puede ser un estado en descomposición que lleva siglos décadas si no siglos en esta dinámica. Prefiero quedarme con la opción positiva y posiblemente crédula de que aún somos capaces de construir la ilusión de un futuro compartido que como decía Ortega y Gasset es lo que une a las personas en torno a una idea de Nación.
Dependerá de lo que Rajoy, Sánchez, Rivera, Iglesias y los separatistas liderados por Puigdemont (?) sean capaces de hacer a partir de hoy. Me gustaría ver “hombres buenos” que ayudaran a llegar a un consenso, pero aún no los veo…
El colapso de la democracia no es más que otra manifestación del colapso del modelo industrialista occidental. España en pleno proceso de descomposición.
Gracias Jorge. Desde luego el cambio necesario de modelo es grande y el tiempo de transición no van a ser fáciles, y los populismos son posiblemente más consecuencia que causa.
Como aclaración, los separatistas/golpistas de Cataluña nunca han pedido una reforma constitucional (Ibarreche si lo hizo hace años). Se les ofreció que fueran a las Cortes a proponer su proyecto y votarlo para, a continuación, iniciar los trámites de modificación constitucional (referéndum nacional incluido) en caso de aprobación parlamentaria. No lo hicieron porque sabían que no se aprobaría ni en las Cortes ni en un referéndum nacional, pero es que la democracia es así.
La parte mollar de la Constitución, que es la interesante, es difícil de modificar afortunadamente. Requiere aprobación parlamentaria, referéndum nacional, disolución de las Cortes y otra aprobación parlamentaria tras una nuevas elecciones. Para hacer esto hace falta mucha voluntad política. En España nunca ha existido voluntad política para hacer cambios constitucionales no pro-nacionalismo, empezando por la ley electoral, porque los dos partidos mayoritarios tenían voluntad de cesión continúa frente al nacionalismo a cambio de un puñado de votos en las Cortes.
Es cierto que el PP no propone cambios constitucionales que podrían haber evitado la situación actual. Sin embargo, también es cierto que esos cambios hubieran roto el status-quo entre los partidos mayoritarios y no hubieran tenido el apoyo del PSOE ni tan siquiera sabiendo, como sabemos ahora, las consecuencias de no haber hecho determinados cambios. Yo propondría cambiar la actual ley electoral (circunscripción única) y establecer que la educación y orden público son responsabilidad exclusiva de Estado. ¿Alguien cree que esto progresaría?
Respondiendo a tus tres comentarios, está claro que los separatistas catalanes no han sido leales ni en la forma ni en el fondo a la constitución y han cortado los puentes del diálogo pretendiendo hacerse las víctimas. Su objetivo es la independencia y todas sus acciones reflejan una cuidadosa preparación y manipulación de los mensajes. Han conseguido controlar la calle con una determinación suicida propia de terroristas que no temen perderlo todo. Al tiempo, saben que cuanto mayor es el respaldo popular, más improbable es la acción contra ellos, y véase como muestra el 1-O, de la que han salido fortalecidos más que derrotados, de momento.
Efectivamente, los dos partidos con opciones de gobierno han tenido siempre una vision "cainita" de España: "la mía contra la tuya, lo que tu haces yo lo deshago, o no nos movemos, y así no me deshacen lo que quiero hacer". Ese es el cancer de nuestro sistema. Cambiaría con un jefe de estado que tuviera una vision más allá de ser una figura representativa de nuestro orden constitucional? Realmente me lo empiezo a plantear si no toma un rol más activo… pero creo que el acuerdo tiene que estar en los líderes de los partidos que son opcion de gobierno o bisagra para lograrlo. Ahí se excluye Podemos, que está cada vez más desnortado.
Apoyo por completo una nueva ley electoral con cambio de los sistemas de representación para evitar el sobrepeso de los partidos regionalistas en los asuntos de la nación completa y no me parece realista plantear una involución de las competencias transferidas, pero sí una función de armonización y marco de control ejercido desde el estado central con capacidad de veto si se desvían del marco central.