Los seguidores de Marvel hemos seguido con deleite la historia ficticia de Steve Rogers quien, en 1941, se transforma en un musculoso y resistente Capitán América en un programa experimental del ejército norteamericano, entonces en lucha con Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Tras derrotar a los malvados, el Capitán América sufre un accidente en el Ártico donde queda hibernado hasta que en 2011 en la película «Soldado de Invierno» (mucho peor que la primera en mi opinión) reaparece con sus fuerzas intactas. En las películas, y más si son de ficción, podemos creernos todo y, en cualquier caso, al menos disfrutamos viéndolas.
Es otra cosa cuando se trata de la vida real que poco tiene que ver con las películas.
El gobierno de España ha anunciado con sus medidas una «hibernación económica». Desde que el 18 de marzo se estableció el estado de alarma intentando de frenar la expansión del virus, se han ido cerrando actividades económicas y sociales presenciales para a partir del 29 de marzo decretar la hibernación económica de las actividades «no esenciales» ligadas a la contención del virus.
Esta hibernación económica se plantea como temporal hasta el final del estado de alarma fijado de momento el 11 de abril de 2020. Por supuesto, este estado se puede prorrogar y por tanto, no sabemos cuando o a qué ritmo el gobierno permitirá a la economía salir del congelador.
La hibernación económica es producto de la estrategia de supresión que sigue el gobierno hasta ahora y que es distinta de la estrategia de mitigación que siguen otros países (Suecia, o Japón en particular).
a) de la tardía reacción inicial para contener la epidemia
b) de una política (función de reacción inicial) de trazo grueso y drástico.
Lo que sí sabemos es que la economía no soportará congelada ni una fracción del tiempo que el Capitán América estuvo en el Ártico.
La hibernación económica implica:
- La imposibilidad de las «unidades productivas» (sean empresas grandes o pequeñas, autónomos o incluso personas individuales) de vender y de facturar por sus productos y servicios.
- Gestionar la dificultad que implica seguir con sus pagos financieros y no financieros a su cadena de proveedores y empleados (aunque mitigados por los ERTEs), incluyendo los pagos de impuestos y tasas.
- Una mayor dificultad para despedir, elevando el coste del despido.
En esencia, la hibernación económica decretada supone una parada del corazón del modelo económico con el cual entramos en la crisis del Covid-19.
Los decretos del gobierno abordan el segundo y tercer problema, pero el primero es irresoluble, ya que lo no vendido durante este período no se recuperará. Y veremos los efectos en nuestro modelo económico en los próximos meses cuando esta parada cardíaca temporal que nos está provocando el Covid-19 devuelva la economía a una «nueva normalidad».
Cuanto más tiempo y cuanto más rígidas sean las medidas de hibernación económica o supresión, las unidades productivas van a ver deteriorada su posición económica y sus dueños (que también son personas), retomarán o no su actividad cuando la cuarentena oficial se levante total o parcialmente. Las empresas que emplean a docenas, cientos o miles de personas decidirán si reabren o no en el caso de que puedan hacerlo, y las multinacionales en España decidirán si se quedan o no. Porque estas unidades de producción son también organismos vivos que toman decisiones en función, entre otras cosas, del marco de confianza y predictibilidad que les ofrecen las políticas de los gobiernos, sea el país que sea (obsérvense dos casos extremos: la capacidad de atraer capital exterior de la ya archifamosa Corea del Sur o Venezuela en el otro lado del espectro).
Nadie sabe cómo será la vuelta a la nueva normalidad pero sí sabemos que cuanto más tiempo haya hibernación económica más difícil será recuperar las dinámicas de la situación pre Covid-19. Ni siquiera podemos engañarnos con la efectividad del teletrabajo como está ahora. Hay sectores en los que el teletrabajo replica de forma efectiva entornos de trabajo físico, pero hay muchos otros donde se confunde la videoconferencia con trabajar efectivamente y hay casos en los que el trabajo físico presencial es insoslayable.
De la misma forma que hoy se puede usar la tecnología para autodiagnósticos, para trazabilidad de los contagios o, como hace China en el caso más extremo, para determinar dónde se mueve la gente hasta que se encuentre un remedio para evitar el contagio y curar el virus, no podemos hibernar por mucho tiempo la economía esperando recuperarla cuando se vuelva a apretar el botón de «On». Hay que realizar en todo caso paradas técnicas inteligentes, escuchando a empresas, agentes sociales y representantes de otros agentes productivos y no solo cuidando de los vulnerables económicamente, que también es absolutamente necesario humana y socialmente. Necesitamos en breve una estrategia de salida de la hibernación económica.
Con todo el riesgo que implica, hay que planificar con urgencia la vuelta a intentar vender, facturar e ingresar. Porque si no es así no vamos a reconocer ni nos va a gustar nada el panorama cuando se levanten las medidas de supresión decretadas por el gobierno.
Mantener viva la economía necesita de muchas más dosis de realismo que la hibernación del cuerpo del Capitán América. El tejido celular de las empresas sí se deteriora mientras dura el período de hibernación económica, y no saldrá en general fortalecido cuando vuelvan a servir a clientes que posiblemente hayan cambiado sus prioridades cuando se acaben las cuarentenas oficiales. En estos momentos es necesario temple, cálculo sensato, y pedagogía realista para enfocar y tomar decisiones ante una situación que parece de ciencia ficción pero que no lo es, pensando en el hoy y también en el mañana.
Muchas gracias, Enrique. Como observación, creo que el gobierno debería empezar a hablar de la des-hibernación para ir generando expectativas y dar confianza. Desde el punto de vista económico creo que es muy importante salir de este agujero con la confianza que daría un plan de acción bien definido, ejecutable y, sobre todo, fruto del acuerdo entre los agentes económicos. En mi opinión, ello ayudaría a que todos retomemos nuestros hábitos de vida personal y profesional más rápidamente, con el impacto positivo que ello acarrearía para la economía.
Coincido plenamente. Es clave ahora anticipar cómo salir de esta hibernación forzada en la economía. También la oportunidad única de resetear el modelo con una visión clara que tenga en cuenta la digitalización de la economía y de un modelo productivo más resiliente por ende más sostenible y diversificado.