Uno de los sesgos más estudiados en Behavioral Finance es el de “confirmación”, según el cual, cuando adoptamos una posición larga o corta en un activo financiero, tendemos a encontrar más argumentos que justifican nuestra opinión que los que están en contra. Si, por ejemplo, consideramos que el ciclo económico es positivo y que es momento de comprar renta variable, nos inclinaremos a dar más credibilidad e importancia a los datos, gráficos o artículos que avalen nuestra tesis. Descartaremos las evidencias que sean contrarias a nuestros planteamientos, o simplemente no las recordaremos.
Es un tipo de sesgo cognitivo y un error sistemático que no reconocemos que guíe nuestras decisiones. Y más aún nos cuesta reconocerlo en el actual contexto de elevado uso de las redes sociales. Hace unos días, Ángel Gómez de Ágreda nos hizo reflexionar sobre la abundante cantidad de información que se puede encontrar en Twitter, LinkdIn, etc. Nos bombardean con datos, gráficos y tablas, de tal forma que nunca como hasta ahora ha sido tan fácil disponer de información. E insistió en que nos lleva a enrocarnos en nuestras ideas. En ese momento caí en que era aplicable a la economía y los mercados financieros.
El razonamiento es el siguiente: si encuentro en las redes sociales tanta cantidad de evidencias que señalan que la economía está en fase expansiva, que la caída del S&P 500 es una oportunidad de compra o que el USD está excesivamente depreciado, entonces está claro que estoy en lo cierto. No hago más que encontrar datos que apuntan en la misma dirección (la mía), por lo que no puede estar equivocado. Y todo ello sin entrar a valorar la calidad de los tuits. Porque hay tantos, que incluso filtrando los de fuentes rigurosas y fiables, puedo encontrar muchos que demuestran que hay que estar cortos en bonos y largos en volatilidad. Si hay una ciencia social en la que es aplicable esta sobreoferta de opiniones (¡y fiables!) es la economía. Como decía Keynes, “donde hay dos economistas, hay tres opiniones”.
Se produce, por lo tanto, una gran paradoja. La abundante información, que debería servirnos para reconsiderar nuestra opinión, para someterla a contraste, para abrirnos a cambiar de pensamiento, no sólo no sirve para eso, sino todo lo contrario: aferrarnos en nuestra creencia dado que cada vez encontramos más opiniones que están a nuestro favor… ¡y muchas que proceden de economistas o de gestores de carteras de gran prestigio!
Reconozcamos que tendemos a seguir a profesionales que opinan como nosotros (revise su TL). O, desde luego, a hacerles más caso, a retuitearles más (por mucho que algunos adviertan de que no ello no implica estar de acuerdo). Tendemos a pinchar un “me gusta” o “una recomendación” a un gráfico, tabla o frase que está en línea con nuestra visión. Tendemos a olvidar las evidencias contrarias. Espero que estés de acuerdo conmigo en esto.
Muy buena reflexion David. Tengo no obstante la duda de si es tan distinto de la vida real. Tendemos a relacionarnos con las personas que opinan como nosotros. Tendemos a evitar a las personas cuyas opiniones son muy distintas de las nuestras, porque no estamos fácilmente dispuestos a cambiar nuestra opinion. Es como si pensaramos que nos costó mucho tener opinion propia y rechazamos (aunque no lo notemos) argumentos en contrario. Las redes sociales magnifican este fenómeno: seguimos a los similares, leemos lo distinto también por supuesto, pero cómo sabemos que cuota de atención consciente (contraste real de nuestras propias opiniones) le estamos dando? Otro tema es que en la economía actual de la atención, nuestra cuota de aceptación por impulso (numero de tweets que nuestra mente procesa) es cada vez más baja conforme más informacion leemos (cada vez se leen más los textos cortos, sean tweets o articulos de menos de 500 palabras). Por ello, y como la tendencia natural de los inversores es estar largo, la profusión de noticias sobre "es bueno estar largo" incrementa nuestro sesgo natural (salvo que seamos "contrarios"). Obviamente varios años de mercados bajistas pueden hacer que lo "natural" nos parezca estar fuera de renta variable. Lo que me parece notable es la figura de los "influencers", personas que con muchísimos seguidores en redes convierten lo que dicen en un credo casi para sus seguidores. Hemos de estar cada vez más atentos a estos vértices de opinion, porque las redes son un reguero de pólvora para expandir comentarios.