Recopilatorio de ideas que recurre a la historia del Homo sapiens como hilo narrativo. Sin entrar en profundidad en ninguna de ellas, lo que escribe es suficiente como para provocar que te pares a pensar. El autor pone sobre la mesa consideraciones, sin plasmar su opinión en varias ocasiones, seguramente porque no la tiene o porque su objetivo no es darla, sino motivarnos para que reflexionemos. A ello ayuda una prosa ágil y, sobre todo, libre de prejuicios. Y cuando el autor da su opinión, lo hace de una manera educada, sin imponer nada, como diciendo: “ahí lo dejo, ahora es tu turno. Seguro que tus argumentos también son interesantes”. Aséptico total. A continuación, algunas de los planteamientos que me han parecido más interesantes. Como se podrá comprobar, de temas muy diferentes.
La revolución agrícola (12000 a.C) supuso una innovación tecnológica disruptiva que generó la transformación del Homo sapiens de “cazador-recolector nómada” a “agricultor establecido”. ¿Sirvió para aumentar la calidad de vida? ¿Derivó en un aumento de la desigualdad? La respuesta, según el autor, es NO (“la persona media en el Jericó de 8500 a.C. vivía una vida más dura que la persona media del Jericó de 9500 a.C. o 13000 a.C.”) y SI (“la revolución agrícola amplió la suma total de alimento a disposición de la humanidad, pero el alimento adicional no se tradujo en una dieta mejor o en más ratios de ocio, sino en explosiones demográficas y élites consentidas… Los diligentes campesinos casi nunca consiguieron la seguridad económica futura que tanto ansiaban mediante su duro trabajo presente. Por todas partes surgían gobernantes y élites que vivían a costa de los excedentes de alimentos de los campesinos y que solo les dejaban con una mera subsistencia”) ¿Acaso puede estar pasando algo similar en la “segunda mitad del tablero de ajedrez” en la que ya nos encontramos, en la que los avances tecnológicos se producen a una tasa mayor que la que podemos asumir?
Trampa del lujo. «Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones. Una vez que la gente se acostumbra a un nuevo lujo, lo da por sentado. Después empieza a contar con él. Finalmente llegan a un punto en el que no pueden vivir sin él». Esta trampa explica por qué a pesar del aumento general del nivel de vida, la percepción subjetiva es que no mejoramos. Y, por otro lado, por qué los salarios son rígidos a la baja, por qué se piensa que las pensiones deberían subir…
Libertad e igualdad son dos objetivos incompatibles de forma simultánea. “La evolución se basa en la diferencia, no en la igualdad. Las aves vuelan no porque tenga el derecho a volar, sino porque poseen alas. El avestruz es un ave que perdió su capacidad de volar… La igualdad solo puede asegurarse si se recortan las libertades de los que son más ricos. Garantizar que todo individuo será libre de hacer lo que le plazca es una estafa a la igualdad. El mundo moderno no logra casar la libertad con la igualdad”.
Muy de acuerdo en la desmitificación del trueque, de la opinión que tienen todavía algunos de que éste es el mejor medio de pago para eliminar las diferencias de renta y riqueza. Como si fuera la alternativa “justa” al dinero. El dinero no hace más que sustituir los miles de precios relativos que se tendrían que calcular entre pares de productos y servicios objeto de comercio. Recuerden que, por ejemplo, para el caso de 100, el resultado es la combinación de 100 elementos tomados de 2 en 2, esto es, 4.950:
Y serían necesarios 44.850 precios para el caso de que se intercambien 300 productos y servicios mediante trueque:
“El dinero es un medio universal de intercambio que permite a la gente convertir casi todo en cualquier cosa. Sin dinero, las redes comerciales y los mercados se habrían visto condenados a permanecer muy limitados en su tamaño, complejidad y dinamismo”. Cuanto más se desarrolla una economía, más inviable es el trueque y más necesario es el dinero. Y cuanto mayor número de bienes y servicios que se intercambian, más renta, más libertad y menos igualdad.
Tal vez en la parte dedicada a la religiónpueda herir sensibilidades, pero sólo de aquellos más cerrados, menos abiertos a la opinión de otros. “Lo más sugestivo es quizá su relativismo (la inexistencia de verdades absolutas suplidas por meras convenciones) y su ateísmo implícito: todas las religiones son meras ficciones, la naturaleza es el reino de la crueldad y no de la ética, «la belleza de la teoría de Darwin es que no necesita suponer la existencia de un diseñador inteligente», como lo es la belleza de la teoría de Laplace en relación con el universo”.
Sesgo retrospectivo de la historia. “Una regla básica de la historia es que lo que hoy en retrospectiva parece inevitable, no lo era en absoluto en la época. Cuanto mejor se conoce un período histórico particular, más difícil resulta explicar por qué los acontecimientos ocurrieron de una determinada manera y no de otra. Los que sólo tienen un conocimiento superficial de un período concreto tienden a centrarse solo en la posibilidad que finalmente fue la que se materializó. Ofrecen una historia a su gusto para explicar en retrospectiva por qué aquel resultado era inevitable”.
Crecimiento y declive de las potencias económicas.Me ha encantado cómo narra la capacidad de Europa, mucho más atrasada que Asia en 1500, de convertirse en la dueña del “mundo exterior” en 1750. Los europeos consiguieron conquistar América y obtener la supremacía en el mar principalmente porque las potencias asiáticas demostraban poco interés en ello (los gobernantes chinos restringieron sus intereses y ambiciones al entorno inmediato del Reino Medio). Aun así, en 1775 Asia aún suponía el 80% del PIB mundial. Pero los siguientes 100 años sirvieron para que el centro del poder global pasara a Europa tras la humillación a las potencias asiáticas con una serie de guerras y conquistas exteriores en Asia. En 1850 Europa era ya la líder indiscutible de la economía mundial. Es incuestionable que a partir de 1850 la dominación europea se basó en gran medida en el complejo militar-industrial-científico, en la magia de la tecnología… y en el capitalismo y el desarrollo de los mecanismos de financiación como las acciones. Eso, y que los principales rivales, no supieron (o no quisieron) ver el cambio de época. Como ejemplo, la inversión en Europa en una infraestructura como el ferrocarril y el desdén por parte de China. “Los chinos y los persas no carecían de inventos tecnológicos, pero sí de los valores, mitos, aparato judicial y estructuras sociopolíticas que habían tardado mucho tiempo en cobrar forma y madurar en Occidente, y que no podían copiarse ni asimilarse rápidamente”. ¿Acaso no se han vuelto a cambiar los papeles? ¡Qué despistados estamos! ¡Despierta Europa!
La utilidad del crédito para el dinamismo de la economía. “El crédito nos permite construir el presente a expensas del futuro… pero sólo puede haber crédito si hay confianza”. Y sí, solo porque hay confianza en la salud del banco el cliente contrata un depósito con el que la entidad otorga un crédito. Con lo que no estoy de acuerdo es que esto sea similar a un “Esquema Ponzi”. Un esquema Ponzi es un fraude. Que las entidades bancarias sean vulnerables a una salida de depósitos repentina es una vulnerabilidad de las mismas (el denominado “riesgo de liquidez”) para el que, en caso de materializarse, cuentan con el banco central como prestamista de última instancia.
La economía no es un juego de suma cero en el que la riqueza de un ciudadano se consiga a costa de otro. “Yo puedo ser rico sin que tú te empobrezcas”. Así es. Este es el gran error de los críticos con el capitalismo, que piensan que la riqueza es una tarta que no crece… ¡y no! El desarrollo y el crecimiento económico benefician a todos: ¿a unos más que otros? Hablemos de cómo conseguir una mejor distribución a través del sistema fiscal, pero no pongamos lastres el crecimiento y, sobre todo, entendamos bien cómo funciona el modelo.