Reflexiones sobre el ciber…

¿Que es el ciber? «Ciber» no es una palabra que encuentre fácil descripción, y sin embargo se ha convertido en un prefijo de uso múltiple a nuestro alrededor: ciberespacio, ciberdiplomacia, ciberbullying, cibercafé, ciberriesgos, cibersexo, … sólo por emplear unas pocas. 
Lo que sí parece claro es que el ciber tiene algo que ver con la computación, lo digital, con los ceros y los unos producto de las múltiples interacciones que tenemos con cada vez más dispositivos que se transforman en «big data». Hay tantos datos y hay cada vez más «out there», que hay una inevitable conexión entre el mundo ciber, online o virtual y el mundo físico. Podemos ir a ver una sesión de teatro porque nos ha saltado un banner anunciando la última representación de Cascanueces en el Teatro Apolo, paramos a comer en el la Arrocería ST. James más cercana porque buscamos a través de el Tenedor desde una determinada geolocalización «powered by Google». En el caso inverso de las tiendas físicas, la «flagship» de Adidas en la calle Serrano es un escaparate físico que te adentra en el mundo online de la venta electrónica de sus artículos a través de cualquier dispositivo web. 
Por supuesto hay opciones ante la invasión digital como recluirse en el «monasterio analógico», pero es cada vez menos una opción si queremos vivir en sociedad, y casi añadiría si queremos sobrevivir. Ante ello, necesitamos aprender a equivocarnos más que buscar cualquier forma de no cometer errores. La generación «Game Over» se movía en los años 70 en la gestión de la escasez: tengo poco y tiene que durarme, porque no era fácil generar abundancia o conseguir más dinero: economías más cerradas, culturas y mentalidades más estáticas. La generación actual tiene una mentalidad más «Play Again», es más proclive a la exploración, prueba y error. Países como EEUU nos han demostrado continuamente como dicha actitud crea abundancia (GDP en términos económicos). 
Por eso estamos en un mundo donde las estructuras jerárquicas como las conocemos (sean empresas, instituciones, gobiernos) están siendo confrontadas por estructuras en ocasiones competidoras y frecuentemente agresivas como es el caso de los grupos terroristas, cuyas organizaciones mucho más planas, con equilibrios de poder cambiantes en nodos conectados en tiempo real, son mucho más eficientes y adaptativas al cambio que los mamuts que representan las organizaciones tradicionales. En el mundo empresarial, la startups de hace menos de quince años son las empresas más valiosas y reputadas del mundo, y realizan auténticos esfuerzos para mantener el ADN y estructura plana que les permitió triunfar. 
Estamos en un mundo de aceleración con cambios «exponenciales» o crecimiento elevado a potencia  (C^n). La mente humana no está fácilmente  preparada para entender el cambio en términos de multiplicación exponencial. El CEO de una multinacional establecida estaría absolutamente feliz las ventas un 20% sobre el año anterior. AIRBNB no existía hace 7 años, y partiendo de cero ahora ofrece más habitaciones que las 10 mayores cadenas hoteleras del mundo juntas. Si en sus inicios hubiera tenido como objetivo crecer anualmente al 20% en este momento podría ser un motel languideciente en una carretera poco transitada. 
Hoy la interactividad digital es la clave para viralizar el contenido que somos cada uno en potencia. Hace poco tiempo, la prensa o la televisión eran los prescriptores que aseguraban el éxito de una campaña de marketing. En un mundo de contenidos físicos el valor creado por la campaña se limitaba a las ventas en el espacio físico. Alfredo Di Stefano puede ser el mejor jugador de fútbol de la historia, pero sólo llenaba el Bernabeu. Hoy, un niño «youtuber» de 6 años en EEUU gana más de 10 mill de dólares con sus videos, un escritor que maneja la escena online y offline puede vender más libros que nunca. Quizá CR7 no es mejor jugador de lo que lo fue Di Stefano, pero su imagen vende el equivalente a miles de estadios llenos de espectadores. Vivimos en una sociedad de abundantes posibilidades, aunque sólo unos pocos, y cada vez menos, tienen una parte creciente de la riqueza mundial. 
El anacoreta digital verá la taza medio vacía y se concentrará en los riesgos. El pro-ciber entiende que los riesgos son oportunidades, y no hablamos sólo de los hackers o terroristas digitales que aprovechan el resquicio de nuestro frecuentemente irresponsable reguero de datos cuando aceptamos las condiciones de los servicios virtuales. Hay riesgos en el mundo digital sin duda, pero además es que no estamos preparados para asumirlos. Sin embargo sí tenemos asumidos los riesgos del mundo físico, y si no queremos asumirlos, tenemos con frecuencia alternativas de evacuación del riesgo como son los múltiples tipos de seguros que nos ofrecen. De alguna forma hemos de aprender a cuidar la seguridad lógica como hemos aprendido a proteger nuestra seguridad física, y ello implica aprender a aprender de una nueva forma. 

3 COMENTARIOS

  1. Interesante discusión la del hábito al crecimiento exponencial y la autodefensa en el espacio digital. Sin embargo, éste es un mundo en el que hay tantas ideas, muchas insustanciales, que se ponen sin esfuerzo alguno en la red que corremos el riesgo de colapsar nuestra capacidad de discernir.

  2. Es cierto. La cuestión está en que nuestros hábitos de navegación se almacenan y cada vez más de forma proactiva las máquinas nos "venderán" lo que quieran como resultado de la algoritmización de nuestros datos. Hoy contratas un viaje por internet y te inundan de ofertas en cualquier web que entres. Hay un riesgo de lo que llamaría "reinforcing bias" (la máquina te muestra las cosas similares a lo que habitualmente buscas) y en otros casos de "related bias" (te muestra contenidos relacionados, usando sus algoritmos). Y por tanto hay que discernir frente a la inundación de contenidos teledirigidos. Mi hijo me comentaba que ya no es lo mismo que antes navegar por la red con Google, que antes los contenidos eran más interesantes.

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Enrique Titos Martínezhttps://www.elalcazardelasideas.es/
Enrique Titos Martínez, (Granada, 1960). Casado y padre de 4 hijos. Economista graduado en UAM Madrid, postgrado en IESE Business School y en Kellogg Business University (EEUU). Ha desarrollado una trayectoria profesional en varios grupos financieros nacionales e internacionales, en las áreas financieras, de tesorería y seguros. Es consejero y consultor de innovación en varias empresas, experto en procesos de transformación, habiendo liderado grupos de trabajo sobre fintech, dinero digital y sistemas de pago. Creador del Consejos Asesor de Innovación Abierta (CAIA) en Caser Seguros (Grupo Helvetia). Cofundador y Director del grupo El Alcázar de las Ideas, Jurado de los Premios Knowsquare, Fundador y Presidente de la Asociación Alexandreia Club de Lectura, y fundador de Cineforum Mensajes de Cine.

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