Nosotros vs Ellos: los peligros de la moralidad

El homo sapiens ha experimentado un proceso evolutivo diferencial al de otras especies que nos ha aportado ventajas. Éstas no son muy reseñables en lo físico (no somos especialmente fuertes ni rápidos; no podemos volar, nuestra visión es limitada y en el medio acuático apenas nos defendemos[1]). La ventaja reside en la capacidad mental. El cerebro es nuestra principal ventaja evolutiva. Y dentro de la lista de atributos que nos otorga al ser humano un cerebro tan desarrollado encontramos la moral, esto es, nuestra capacidad de distinguir entre el bien y el mal.

La moralidad ha permitido al ser humano convivir, colaborar, defenderse, crecer… Primer aspecto sobre el que nos hace reflexionar Pablo Malo: la moral como elemento evolutivo que ha sobrevivido por selección natural, dado que atribuía a quienes la desarrollaban una ventaja frente al resto (la moralidad implica cohesión y colaboración). Psicología evolucionista: “no se puede entender la moralidad sin la evolución”, convicción que es uno de los ejes de este libro. Unir la antropología y la psicología evolucionista.

Como dice José Antonio Marina (“El deseo interminable”, Ariel, 2022) “la evolución ha creado los requisitos para la moralidad: la tendencia a desarrollar normas sociales y a reforzarlas, la empatía y la simpatía, el apoyo mutuo y el sentido de la justicia, los mecanismos para la resolución de conflictos, etc.”

Pero el mundo ha cambiado, y mucho, en los últimos años y puede suceder que en la actualidad la moral se haya convertido en una desventaja evolutiva. ¿Acaso ahora nos estamos dando cuenta de que la moral es un arma de doble filo (“la moralidad humana tiene un lado oscuro”)? ¿Es la hipermoralización una nueva epidemia que, nacida en alguna universidad de Estados Unidos, se ha viralizado a través de las redes sociales, especialmente Twitter? Las redes sociales como los aerosoles de la epidemia de la hipermoralidad. Las redes sociales como los tribunales morales en los que podemos hacer un exhibicionismo de nuestra moralidad. El exceso de moral ha traído linchamientos públicos, polarización política y ataques a la libertad de expresión. La moralidad mal entendida. O, acaso, el exceso de moralidad.

Porque ser más moral no significa ser mejor. La moral es una amenaza para las sociedades del siglo XXI. De ello advierte el autor. La epidemia de moralidad es una de las principales causas de la polarización creciente que se está observando en la sociedad. En palabras de Marina: “las morales pueden imponer normas criminales”. Puede que la democracia esté en peligro. Y a ello contribuye la hipermoralización, que segrega aún más entre el nosotros vs ellos, que hace que las barreras sean más gruesas. Porque actuaciones que vemos horrendas si son ellos quienes las efectúan (matar a alguien de nuestro grupo, por ejemplo) no las consideramos tales si somos nosotros quienes las hacemos. Es más, parece que es nuestra obligación llevarlas a cabo si así defendemos nuestro grupo. “Nuestras creencias morales son ilusiones y las tenemos no porque sean ciertas, sino porque son útiles para regular nuestra vida social”.

Recurriendo a la biología evolutiva, la moralidad podría ser una “resaca evolutiva” (W. Slingerland, “Borrachos”, Deusto, 2022) es decir, una ventaja evolutiva que nos ayudó a desarrollarnos tiempo atrás años (gracias a su efecto cohesión de grupo), pero que acaso ahora, con las redes sociales y las armas de destrucción masiva, puede ser la semilla para nuestra destrucción.

La moralidad es como la capacidad de hablar. Todos los humanos la tenemos por selección natural, pero la moralidad de Nosotros (nuestra lengua) es diferente de la de Ellos. No sabemos entenderla, como nos sucede con los otros idiomas. Pero, y he aquí el punto diferencial y preocupante, así como podemos ser indiferentes a otras lenguas, parece que no lo somos a otras morales. El que piensa diferente no está equivocado, sino que es malo. Y hay que acabar con él. Ellos son nuestros enemigos, no podemos ser indiferentes. Y el que defiende nuestro grupo de Ellos no está haciendo el mal. Pero nuestra interpretación sería diferente si fuera alguien de Ellos quien estuviera haciendo lo mismo.

Queremos estar en el lado del bien. Nos sentimos obligados no solo a hacer el bien, sino a decidir qué es el hacer el bien, a difundirlo, a perseguir y denunciar a quien no hace el fin, a castigarlo y, si es necesario, a acabar con él. Matar es malo, salvo que sea a alguien del “Ellos” que es una amenaza para nosotros. La legítima defensa. Al ser humano le produce un placer especial ver sufrir al culpable: Schadenfreude.

El ambiente moral se ha ido haciendo cada vez más punitivo y asfixiante. La moral consiste en sujetar al individuo por medio de normas para que pueda funcionar el grupo, es decir, imponer la colectividad por encima del individuo. Y los animales que no son sociales la moralidad no tiene ningún sentido porque los individuos no entran en conflicto con otros individuos de la especie ni con los intereses del grupo. La moralidad sería “una patología de un sistema que pretende asegurar, en este caso por caminos equivocados, la cohesión del grupo y también el premio a los mejores”. ¿Es nuestro cerebro una desventaja evolutiva porque nos ha permitido construir armas nucleares sin liberarnos de la moralidad?

Un último comentario: “Los peligros de la moralidad” permite profundizar en la psicología conductual, ya que aporta un enfoque adicional a la hora de tratar de entender cómo nos comportamos. ¿Debemos ir un paso más allá de los dilemas del cerebro entre lo racional y lo emocional e incorporar un tercer componente, la moralidad? ¿O acaso darle una visión adicional a la parte emocional (no solo deseos de recompensa más o menos inmediata, de pertenencia a un grupo o de sensación de seguridad) e incorporar la moralidad? La moralidad como un sesgo más del comportamiento del homo sapiens.

Desde aquí podrás ver mi video reseña

https://youtu.be/xnbhfEKDypo

[1] De ahí que algunos defiendan el transhumanismo para, incluso, llegar al poshumano

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David Canohttps://www.elalcazardelasideas.es/
David Cano Martínez 46 años, casado y con 3 hijos. Licenciado en Dirección y Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y Máster en Finanzas Cuantitativas por Afi Escuela de Finanzas es socio de Analistas Financieros Internacionales y Director General de Afi Inversiones Globales, SGIIC, empresa especializada en la gestión de carteras y el asesoramiento a inversores institucionales, fondos de inversión y fondos de pensiones. Más de 20 años de experiencia profesional en análisis económico internacional y gestión de carteras. Coautor de una docena de libros de mercados financieros y economía y de más de un centenar de artículos sobre macroeconomía, gestión de carteras, activos financieros, fondos de inversión, derivados, política monetaria y finanzas empresariales. Es profesor de los más prestigiosos centros de postgrado en finanzas españoles, entre ellos, Afi Escuela de Finanzas, y colabora habitualmente en los medios de comunicación. Tweco en la sección mercados financieros de forma ininterrumpida desde 2016 (@david_cano_m). Miembro del jurado de los premios Knowsquare y del Club de Lectura Know Square. Fundador del grupo de reflexión Los Siete del Prado (L7dP).

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