Cuando se trata de comprender el por qué de las fluctuaciones del precio de los activos digitales, también llamados criptomonedas o criptoactivos, importa entender la explicación dominante, y si tal es plausible o si puede existir una, o varias, narrativas alternativas.
Hemos comenzado el año con caídas de más del 50% en media (en el momento de escribir estas líneas) en el precio de los principales criptoactivos desde los máximos alcanzados por Bitcoin y Ether en octubre pasado de $68.000 y $4.800 respectivamente. Bitcoin y Ether siguen siendo los buques insignia de un mercado de 16.000 criptoactivos con un valor de mercado de cerca de $1,6 trillones. Por consiguiente, sus movimientos tienen una fuerte repercusión en todas las categorías. Hay que intentar comprender a Bitcoin y Ether para explicar, al menos en la actualidad, las variaciones en el precio del resto.
La cuestión es si algo anormal está sucediendo cuando los activos tradicionales, como los mercados de acciones, solamente han caído entre un 8% y un 12% desde máximos, según los índices S&P 500 o Nasdaq 100.
Para ponerlo en perspectiva, tanto Bitcoin como Ether se han multiplicado su cotización 1,3 veces y 3 veces respectivamente durante 2021 y más aún desde los precios mínimos al comienzo de la pandemia Covid-19.
Bitcoin es ya un activo tradicional
La explicación más reciente del desplome se debe a la publicación de las actas de la Reserva Federal de EEUU (Fed), donde algunos anticipan una subida más rápida de los tipos de interés directores, y el comienzo de la reducción del balance de activos de la Fed, que ha alcanzado los $8,6 trillones en su intento de evitar el desplome económico causado por el Covid-19.
Si las acciones bajan y los tipos de interés suben, los mercados de criptoactivos se moverán en sincronía con los activos tradicionales de riesgo como las acciones, según el reciente análisis del IMF.
La gran cuestión, para los que apoyan el valor de los criptoactivos, es si esta correlación puede romperse a largo plazo de la misma forma que los precios de las tecnológicas de EEUU se despegaron de los índices bursátiles las empresas tradicionales como el Dow Jones Industrial Average. Para los negacionistas, el valor de los criptoactivos se desplomará, y para los intermedios, habrá continuos cambio en el ranking o version hoping hasta que se consoliden los ganadores, como ahora sucede con las grandes tecnológicas mundiales.
Dificultad de minado y prohibición
Otra narrativa adjudicó parte de la culpa a la súbita reducción del hash rate o tasa de minado causada por el bloqueo temporal de internet provocado por las revueltas en Kazakhstan, convertido según Visual Capitalist en el segundo país del mundo en proporción de minado de Bitcoin con un 18% frente al 35% de Estados Unidos.
La concentración geográfica del minado de Bitcoin es clave y muy preocupante, ya que su famosa descentralización se cuestiona ya no solo por el relativo reducido número de los principales mineros, sino por su localización geográfica.
Más recientemente el vicepresidente de ESMA ha propuesto la prohibición de las pruebas de trabajo PoW (Proof of Work) que sustentan el minado por su consumo de energía. Incluso un informe del Banco Central de Rusia propone la ilegalización de todas las operaciones con criptoactivos en Rusia, además del minado PoW.
Las características singulares de Bitcoin y Ethereum
La narrativa que yo quiero proponer es distinta, y está ligada de una parte a la naturaleza de los criptoactivos, especialmente Bitcoin, y de otra parte al papel que sus blockchains subyacentes pueden jugar en el desarrollo de la transformación de muchos procesos tecnológicos y modelos de negocio tanto existente como nuevos, como es el afamado caso de los NFT o las finanzas descentralizadas DeFi.
Hablo de Bitcoin porque a día de hoy sigue siendo el criptoactivo dominante, y por tanto, su evolución sigue marcando en buena parte la dirección del precio del resto de activos digitales.
Bitcoin es criticado como un activo sin valor intrínseco y así lo explican textos como este de Bank Underground, de un grupo de economistas del Banco de Inglaterra que publican a nivel personal sus opiniones. De otra parte, hay proponentes múltiples de Bitcoin como un activo de inversión que hay que contemplar con un marco de análisis nuevo como hace la gestora de inversiones ARK de Cathie Wood.
Es decir, hay narrativas minimalistas que alertan que el valor de Bitcoin puede ir a cero, y narrativas maximalistas que apoyan precios meteóricos, compitiendo como el nuevo oro digital alternativo al oro físico actual. Después de todo, la unidad digital producida como Bitcoin ha demostrado hasta ahora condiciones singulares: ser trazable, inmutable y transferible entre carteras digitales o digital wallets. Todos los hackeos habidos no han afectado a la blockchain de Bitcoin, sino a los proveedores de servicios de custodia de las claves. Y todas las prohibiciones de minado que se han producido no han impedido la operatividad de Bitcoin, hasta ahora, en todo momento.
El problema de la narrativa maximalista es que unido al máximo de emisión permitido en la programación de Bitcoin de 21.000.000 (de los cuales ya están emitidos 18.750.000) hace que no hay tope al precio por arriba, si el protocolo nunca es hackeado y la compra, inversión o transmisión de Bitcoins no es prohibida como ha sucedido en China. Y el equivalente de quienes apoyan la narrativa minimalista es que no invierte ni participa en el desarrollo de las criptomonedas porque piensa que acabarán desapareciendo.
El problema entre el cielo y el suelo es que hay mucho espacio.
En este punto es por tanto, una cuestión de creencia y sentimiento, algo muy distinto de lo que sucede en los mercados de acciones o de bonos, cuya narrativa de precios se rige, además de factores psicológicos indudables, por métodos comparativos de valoración descontando los flujos de caja futuros generado por cualquier inversión con unos multiplicadores determinados. Ello dando por supuesto que la actividad no se declare ilegal de forma generalizada, o que haya un fallo en el funcionamiento del protocolo de Bitcoin.
En el caso de los criptoactivos, hay que calcular la tasa de rentabilidad derivada de su posesión, en el caso de los inversores, y del coste del minado frente al valor del criptoactivo generado (incluyendo coste energético, inversión en hardware, …). En el caso de Bitcoin, la principal fuente de rentabilidad proviene de la apreciación en su cotización, ya que al contrario que las criptomonedas basadas en blockchains que permiten smart contracts pueden ser usadas para el desarrollo de otras criptomonedas o propuestas que generan demanda de las llamadas criptoactivos que construyen infraestructura. Por ejemplo, para desarrollar aplicaciones descentralizadas en la red Ethereum hay que adquirir Ether y pagar a los mineros un fee o gas.
Por tanto, y sin defender la narrativa minimalista ni la minimalista, lo que sí es cierto es que hay que tolerar una volatilidad suplementaria en estos activos digitales, con respecto a los activos financieros más tradicionales, más sujetos a eventos económicos e intrínsecos propios del funcionamiento empresarial.