En todas las crisis la primera pregunta que se hacen los gestores es qué está pasando y qué decisiones hay que tomar para evitar su propagación, revertirla o convertirla en una oportunidad si se puede. La primera pregunta conduce a un diagnóstico de lo que es relevante y tratar de entender sus interconexiones.
“La efectividad del plan de acción dependerá de si actúa frente a las cuestiones realmente relevantes desde una perspectiva determinada. “
En la crisis del Covid-19 la situación se complica porque las preguntas y las respuestas
tienen dimensiones personales, empresariales, sociales, económicas y políticas. Hay gente muriendo y el componente emocional es muy fuerte. Desde el lado de las decisiones primeras respuestas son institucionales y vienen desde los gobiernos o estados, y pueden ser nacionales o supranacionales (en este último bloque incluyo a la Eurozona o a la UE).
En estas circunstancias la mayoría de las empresas y los ciudadanos son espectadores de las decisiones que toma el poder político (al que por supuesto lobbies, sindicatos, asociaciones y partidos políticos tratan de presionar) y ven reducido su campo de decisión y acción individual.
“Idealmente necesitaríamos una respuesta global al Covid-19, ya que es un problema global. “
El virus puede infectar y matar de forma desigual depende de los países y zonas, pero todos los países están afectados, de forma distinta, por los lazos de la globalización económica con la que hemos entrado en la pandemia. El virus no hace iguales a todos porque compartimos la fragilidad de nuestra naturaleza como seres vivos. Ese es un factor insoslayable de partida.
Me parece que simplemente no es posible en el momento en que escribo hacer un diagnóstico totalmente preciso, simplemente porque la situación no es estática, porque se están tomando decisiones aunque se consideran transitorias, y porque esas mismas decisiones van a determinar las opciones disponibles y el marco resultante cuando el virus sea dominado. No va a ser posible volver a la situación previa y por tanto es banal hablar de recuperación económica en V, en U o en L. Al final de trazo de la letra que sea, el mundo va a ser distinto del que teníamos antes del Covid-19.
También hay que entender que el Covid-19 no aparece sobre una “hoja en blanco”, sino sobre un contexto determinado o situación previa. Ese contexto lo definen al menos los siguientes factores:
- El mundo nunca consideró el riesgo de una pandemia, y de hecho la pandemia se ha cebado y extendido precisamente porque no había un plan de contención.
- Una desigualdad creciente financiera y social en Occidente al tiempo que los emergentes de Asia van ganando peso,
- Una batalla geopolítica por el control económico entre EEUU y China,
- Un cambio de los modelos de negocio por la tecnología, la influencia de la tecnología en las opiniones y la llegada de populismos que buscan con respuestas fáciles dar soluciones a problemas complejos,
- El cambio climático,
- Los tipos de interés casi cero en el mundo occidental (salvo en EEUU) y los problemas de crecimiento ligados a un consumo cada vez más exhausto y a una deuda global en niveles récord históricos.
Adicionalmente, en algunos países los políticos estaban (y siguen) enzarzados en guerras populistas e ideológicas fomentando las sensaciones primarias y simplistas a problemas complejos. El buenismo y la correción política seguramente no están haciendo y no han hecho un gran favor en algunas democracias europeas.
A partir de estas premisas, me atrevo a formular las 3 preguntas que me parecen esenciales en este momento si se trata de enfocarse en las acciones apropiadas.
1) ¿Se contendrá y cuando se contendrá la pandemia del Covid-19?
El Covid-19 será vencido porque los virus acaban desapareciendo cuando no encuentran huéspedes para contagiar, las personas desarrollamos de forma natural mecanismos de autoinmunidad, si alguno de los retrovirales existentes funcionan (se investigan si el Zitromaxo la cloroquina lo pueden contener) o cuando se encuentre la vacuna.
Los países del mundo están tomando 3 tipos de estrategias: 1) la llamada supresión (caso de España), que implican cuarentenas y distancia social estricta impuesta por los gobiernos con reclusión en domicilios, 2) mitigación, que impone dicha distancia social de forma más laxa, permitiendo salir a la calle para actividades no esenciales e incluso socializar manteniendo limitados los grupos (caso de Suecia), 3) no hacer nada por razones populistas o por el riesgo de levantamiento social (caso de Mexico). Los países como China o Corea del Sur que parecen haber controlado la pandemia están volviendo gradualmente a la normalidad en su funcionamiento económico y social pero vigilando los contagios y realizando auto cuarentenas a través de geolocalización de móviles.
Es indudable que el mundo no tenía un plan de contingencia para combatir una pandemia de este tipo y que la globalización y la interconexión económica han sido un perfecto caldo de cultivo para la rápida expansión. Conforme el virus se ha extendido más complicado se ha hecho disponer del arsenal sanitario necesario y suficiente (tests PCR homologados, UCIs, ventiladores, mascarillas, guantes….) con la rapidez que permita el famoso aplanamiento de la curva de contagios y la evitación de más fallecimientos, en ausencia de una vacuna que aún tardará.
Es difícil pronosticar cuando la enfermedad estará dominada en todo el mundo, ya que está llegando por oleadas a cada zona, pero sí se puede afirmar que el Covid-19 es el virus que más rápido se ha contagiado en la historia dada la enorme interconexión poblacional previa. Además es altamente traidor porque muchos afectados son asintomáticos lo que les hace invisibles y dificulta la cuantificación de los infectados. También parece que es especialmente letal en la población más envejecida. En conjunto puede suceder que genere más muertes que ningún otro virus previo, salvo en los países con sistemas sanitarios potentes, salvo que parte de la población mundial genere autoinmunización, lo que parece que es probable.
Nunca en la historia de la Humanidad ha existido más investigación científica en red a escala global y nunca antes ha existido una capacidad de computación tan gigantesca para analizar datos, desarrollar modelos e incluso usar la inteligencia artificial para desarrollar soluciones sanitarias incluyendo la vigilancia y efectividad de los confinamientos. Por eso, la solución al problema vendrá antes que en pandemias anteriores. En el campo clave de la investigación quiero pensar que estamos cooperando más que nunca. Nunca antes se han tomado medidas tan drásticas de cuarentena y contención de la infección y nunca antes ha existido una conciencia tan generalizada para evitar la expansión usando mascarillas o guantes (ahora escasos en la mayoría de los países). Los países asiáticos, con Corea, Taiwan o incluso territorios como Hong Kong que sufrieron el SARS en 2003 o MERS en Saudi Arabia a partir de 2012 lo saben bien y sus ciudadanos están más concienciados.
2) ¿Se están tomando las medidas apropiadas para afrontar la crisis económica inevitable?
El mundo está mucho más preparado para gestionar una crisis global económica porque en nuestra memoria cercana está la experiencia de la crisis global de 2008. Aquella fue una crisis del sistema financiero que arrastró al resto de la economía, pero la actual es una crisis provocada por la concentración de la demanda en solo productos esenciales y en la paralización de toda la actividad económica de producción de bienes y servicios que no son esenciales y en la posible rotura de todas las cadenas de relación económica (clientes que no demandan, empresas que no fabrican, no ingresan y su cadena de pagos financieros, a proveedores y empleados). Pero esta crisis es diferente como avisa Carmen Reinhart. Hay un shock económico de demanda y oferta simultáneo y una enorme capacidad ociosa en casi todo los sectores económicos en el mundo occidental. Esta crisis económica afecta además a las grandes empresas, especialmente a las Pymes y particularmente a las personas vulnerables económicamente (que viven al día, tienen deudas, o cuyo trabajo depende de salir a la calle). Este es el caso de los países que han decidido estrategias de supresión, pero todos los países están cada vez más afectados.
Las medidas que se están tomando son de 3 tipos:
- Inyección masiva de dinero desde los bancos centrales situando sus tipos en la frontera del 0%, haciendo que el dinero no valga nada, pero que esté disponible en la cantidad que se necesaria. Este dinero ha de llegar a la economía en los países desarrollados por la vía de los bancos (en mejor situación que en 2008 ahora), pero podría también llegar por la vía fiscal (eliminación o retraso de impuestos, o pagos directos del estado de forma temporal – el llamado helicopter money), o a través de los propios bancos centrales prestando a las empresas o dando dinero a las personas (una especie de CBDC).
- Estabilización de los mercados de deuda pública y privada con los bancos centrales comprando bonos en el mercado abierto, incluyendo acciones en algunos casos. El programa más masivo y desarrollado es el de la FED de EEUU, por importe de más de un 10% del PIB, que irá a más si es necesario, aunque Japón es el país que más ha desarrollado medidas de control de mercados por su estancamiento crónico.
- Programas presupuestarios y fiscales que harán subir el déficit público de todos los países que puedan permitírselo, y estos serán aquellos que tengan una moneda fuerte, o una moneda que tenga un mercado exterior acompasado con el tamaño de su economía. Este es el caso del dólar, la moneda predominante del mundo, del euro, el yen y seguramente el renmimbi. Estos programas presupuestarios juntos con los estímulos de los bancos centrales pueden llegar hasta el 15% o 20% del PIB de cada país. En el caso de China el hecho de que casi todas las empresas tengan participación del estado las hace disfrutar de un balance casi “soberano”.
Esto va a ser más difícil en el caso de los países emergentes. Su deuda está en niveles récord desde 2008, es una deuda no bancarizada y más difícil de renegociar (proviene del “shadow banking”), tienen monedas débiles, y han visto caer sus ingresos si dependen del precio de las materias primas y como parte de las cadenas de producción globales ahora más detenidas sus ingresos se resienten. La única forma de mitigar su situación de urgencia (más de 80 países han pedido ya asistencia financiera al FMI por los efectos del Covid-19) es financiar su “valle de la muerte” y la FED está ampliando sus líneas de swap de divisas y swaps de dólares por bonos del tesoro americano con bancos centrales de todo el mundo para incrementar la disponibilidad de dólares, la moneda en la que están denominadas la mayoría de las deudas internacionales de gobiernos y empresas.
En realidad, vamos hacia un mundo cada vez más dolarizado (pese a que EEUU parece estar entrando en la pandemia), con permiso de China (aunque su moneda no es ni de lejos ahora aceptada en operaciones internacionales salvo que China la imponga para prestar asistencia financiera a los países en los que trata de influir).
El impacto del Covid-19 en las economías con supresión está según algunos analistas en torno al 3% mensual del PIB (casi un 10% al trimestre) y los más optimistas creen que la economía mundial este año quedará al mismo nivel de 2019 o que bajara un 1%, suponiendo que la vuelta sea en V o una U con una base estrecha. Lo que sí es cierto es que habrá una explosión hacia arriba del consumo no esencial cuando termine las cuarentenas, simplemente porque partirá de casi cero en productos no esenciales. La pregunta es cuanto tiempo durará y si será duradera. Y lo más importante de todo es no destrozar capacidad productiva válida como consecuencia de las medidas de supresión que se tomen, al tiempo que se mantiene la paz social con ayudas a los vulnerables.
Estas ya de por sí enormes cifras no incluyen programas Marshall adicionales como reclaman algunos gobernantes cuando acabe la pandemia. Parece prematuro hablar de ello sin pensar en el mundo post Covid-19. Habrá que preguntarse para qué queremos ese nuevo dinero en un nuevo mundo post Covid-19.
3) ¿Hacia qué “tipo de mundo” nos dirigimos cuando termine la pandemia del Covid-19?
Lo primero y principal es que no sabemos cuando es virus será dominado y cuanto más tiempo se tarde más grave irreparable será el daño al modo de vida anterior. Por tanto, hay algunas cosas sí sabemos y otras que podemos suponer.
Sabemos que habrá más deuda pública que nunca en el mundo. La deuda es una forma de dinero y el dinero es confianza. El impacto en PIB que vamos a sufrir es el equivalente a una gran guerra (la guerra civil en España o las Guerras Mundiales) y el riesgo de inflación está ahí, sobre todo por la ruptura de cadenas de producción de productos que forman parte de la cesta de la compra. Es fundamental que no se pierda la confianza en la deuda emitida por gobiernos y empresas (tras las turbulencias iniciales). Para que esto no suceda, es clave la confianza en los responsables políticos y en la solvencia de sus propuestas económicas para afrontar la crisis económica.
La globalización de las cadenas de producción y aprovisionamiento de cada país se va a revertir. Habrá una tendencia al control nacional de ciertos sectores estratégicos creando redundancia y disminuyendo la competencia, productividad y rentabilidad.
Los movimientos migratorios van a reducirse por el cierre de fronteras de los países y tardarán en restablecerse aun cuando las restricciones a la movilidad internacional que la mayoría de los países ha impuesto se levanten tras la desaparición del Covid-19.
El distanciamiento social impuesto por el Covid-19 no desaparecerá de forma inmediata y aunque se levante legalmente los negocios que dependen de los viajes, los eventos y las multitudes van a tardar más en recuperarse.
Cambiarán los patrones de consumo, que representa el 60% del PIB en países desarrollados. Habrá una re priorización de lo que es importante para las personas y ello afectará a distintos sectores económicos, y de forma desigual a la estructura económica de cada país.
Puede cambiar la concepción de los espacios de aglomeración, como consecuencia del descubrimiento del teletrabajo. Una cierta vuelta al mundo rural y una mayor descentralización que pueden afectar a los espacios de trabajo, comerciales y residenciales.
Habrá que reconcebir el concepto de retorno sobre inversión. La brutal y necesaria intervención de los estados en la economía salvando a empresas plantea el dilema de si los beneficios de las empresas los obtienen los gestores o si tienen un apoyo implícito de los estados cuando la situación entra en catástrofe. De la misma forma, con los tipos al cero por ciento y con una deuda enorme y creciente, los tipos de interés fijados de forma libre pierden su significado. El caso más extremo, y una referencia, es el yield curve control que ejerce el Banco de Japón, que no solo compra bonos sino que además fija los tipos máximos a los que los bonos pueden cotizar.
Surgirá un nuevo orden geopolítico que será una evolución de los acontecimientos previos al Covid-19, y con ello una batalla ideológica entre sistemas democráticos, populismos y sistemas estatalistas donde la presión será fuerte para que los estados sean fuertes y centralistas. No estamos al fin de la Historia sino al comienzo de una nueva fase de la Historia. Nuevos valores culturales y sociales pueden prender en sociedades y países afectando especialmente a los países occidentales. Un caso especial es la Unión Europea y la zona euro en particular, ya que está unida por una moneda común y multitud de leyes dentro de una inconclusa unión política que impide vertebrar políticas monetarias, presupuestarias y fiscales con la efectividad de un país soberano como EEUU o China. Este orden geopolítico va a depender de la efectividad en la gestión económica que cada país o bloque (la UE) implemente durante las cuarentenas porque ello va a determinar su punto de salida de la crisis.
La tecnología y nuestra relación con ella ha cambiado para siempre, y ello afectará a nuestra forma de trabajar, aprender y relacionarnos. Veremos la tecnología como un aliado, incluso en aspectos más negativos relacionados con valores occidentales como la privacidad o la libertad. Empresas e instituciones deberían ser más explícitas y transparentes que nunca en las razones y los usos que hacen de nuestros datos.
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Gracias por tu reflexión y sintesis de lo que está pasando.
Coincido en que el mundo no será el mismo a partir de ahora. Me preocupan mucho las perdidas de libertades que se están produciendo, el confinamiento, las prohibiciones, las intervenciones en los mercados, la intromisión y uso de nuestros datos y comportamientos, etc.
Puede que todo eso este justificado con cifras espantosas de muertos y enfermos, pero ¿soltarán de verdad todas esas capacidades quienes ahora las tienen ? Las usaran solo para los fines que se nos dice ?…Dios dirá.
Buen análisis Enrique. Sobre el éxodo de las ciudades, os puedo comentar que a parte de toda la gente que salió de Madrid y otras ciudades grandes hacia las segundas residencias, en pleno confinamiento hemos recibido un aluvión de propuestas de gente que quiere dejar la ciudad en cuanto pueda y quieren encontrar un pueblo. Básicamente buscan Comunidad y Autosuficiencia.
Que bueno Jorge. Siempre fuiste por delante de tu tiempo. Esto nos va a hacer replantear muchas cosas a futuro…Ya me contarás
El mundo no volverá a ser el que era. Hay cosas que volverán, otras han cambiado para siempre, como es la relación con la tecnología. Ya antes de esto estábamos en las manos de las BigTechs, o las telefónicas que nos geolocalizan. Ahora además estaremos en las manos de los gobiernos que por razones de “interés publico” nos quieren seguir digitalmente. Mas que nunca hace falta un contrato social digital entre gobernantes y gobernados. El problema es que supraorganizaciones como la NSA o equivalentes chinos ya saben todo lo que quieren saber de todo el mundo, ya que sus tecnológicas sirven a toda l población mundial. Problema complejo…. mas fácil explicarlo que resolverlo.
Muchas gracias, Enrique. Has comentado la situación de los países emergentes (también los subdesarrollados) y creo que es la gran preocupación a medio plazo. Se verán afectados por el virus, disponiendo de escasos medios sanitarios, y se verán golpeados económicamente por la previsible baja demanda de materias primas. También esto generará presión migratoria. Además, Occidente no estará en condiciones de mitigar las penurias de esos países.
Cierto José María. Habrá presión para entrar pero habrà más resistencia para dejarl entrar a inmigrantes que no aporten algo diferencial. Hay que entender que la situación económica de los países de acogida se va a deteriorar y que parte de su población va a ir al desempleo.