Las tecnologías exponenciales en el mundo del dinero

“El futuro llega más rápido de lo que crees” es el título del libro de Peter Diamandis y Philip Kotler, un libro dedicado a explicar las nuevas tecnologías exponenciales que ya están aquí y van a cambiar sectores enteros, aún más allá de las disrupciones que internet y la web ya han causado en la economía y en la sociedad pre-internet.

We always overestimate the change that will occur in the next two years and underestimate the change that will occur in the next ten. Don´t let yourself be lulled into inaction.

                                                               Bill Gates

Una de las ideas centrales del libro, ya expresada en el libro previo “Bold” de ambos autores, hace referencia a las seis dimensiones (6D) de las tecnologías exponenciales, unas tendencias que transformarán muchos sectores, desde la alimentación, la energía, la educación, el transporte o la logística.

Uno de los sectores más afectados por las tecnologías exponenciales serán el dinero y las finanzas, un sector fuertemente regulado. El dinero es una necesidad general, sea digital o físico, público o privado, para personas, empresas o instituciones, y ello requiere de dinero,  sistemas de pagos y custodia, y cierto desarrollo de los mercados financieros para que las economías funcionen.

Las seis dimensiones, o fases, que impactarán al dinero y a las finanzas son las siguientes:

  1. Digitalización
  2. Decepción
  3. Disrupción
  4. Desmonetización
  5. Desmaterialización
  6. Democratización

A continuación, desarrollaré el posible futuro del dinero actual en términos de cada una de las tendencias partiendo primero de su significado y perspectivas.

Digitalización

Hay fuentes que dicen que el 92% del dinero en el mundo tiene ya forma digital, siendo el resto dinero en efectivo o cash. El dinero son apuntes registrados en bases de datos centralizadas (por ejemplo, los bancos), de la misma forma que lo son las inversiones financieras (las acciones, por ejemplo), o incluso los títulos de propiedad inmobiliaria (digitalizados en los registros de la propiedad).

La digitalización dentro de este contexto evolutivo implicaría el uso de la tecnología blockchain y criptografía avanzada como fórmula de creación, almacenamiento y movimiento del dinero y del valor entre usuarios a través de nuevos proveedores de criptoservicios o de los intermediarios financieros actuales.

Aquí las ventajas intrínsecas de la tecnología blockchain (transparencia, inmutabilidad, seguridad o velocidad respecto de alternativas centralizadas), en constante desarrollo hacia protocolos más eficientes, se contrapone con los problemas aún no resueltos que plantea (regulación, gobernanza, semi anonimato).

Tecnologías como blockchain aportan una enorme capacidad de fraccionar los pagos, una ubicuidad y una capacidad de programación (por ejemplo los smart contracts de Ethereum) que la hacen especialmente apropiada para reducir los riesgos de entrega contra pago sin que haya un intermediario que verifique, compense y liquide las operaciones, acortando por tanto los ciclos de las operaciones.

Antes de abordar la digitalización o blockchainización del dinero ha de existir la convicción de demanda de los usuarios o la necesidad urgente de cambio del sistema actual. Esto no sucede aún en países desarrollados, donde los sistemas bancarios y financieros funcionan razonablemente, pero sí en actividades como las transferencias internacionales. Hasta ahora la blockchainización se ha plasmado más en los criptoactivos que se han usado sobre todo como activos de inversión, si bien el desarrollo de los mercados de stablecoins o de las finanzas descentralizadas (DeFi) anticipan una competencia creciente frente al sistema actual.

Un elemento clave para la expansión es la existencia de regulación, especialmente porque el dinero y los servicios financieros son actividades reguladas. Esta futura regulación ha de ser inteligente, adaptativa y permitir la innovación. No en vano distintos países ya están compitiendo para atraer talento y desarrollo a su ecosistema, y además, más de 100 bancos centrales de todo el mundo están explorando la emisión de Central Bank Digital Currencies (CBDC).

Decepción

Esta fase se produce cuando tras expectativas muy elevadas, una tecnología cae en el olvido, cuando menos transitorio, porque la tecnología no está lo suficientemente avanzada y por tanto su adopción generalizada no se produce. Esto sucedió con la inteligencia artificial a partir de los años 60 en su particular invierno por la falta de capacidad de computación, ya que para progresar necesitaba muchos datos, sistemas de memoria y capacidad de procesamiento. La IA está ahora en una primavera.

Quizá lo más cercano a la decepción en el dinero digital blockchainizado es la incapacidad de Bitcoin de convertirse en una alternativa al dinero oficial por su volatilidad. Al mismo tiempo, el fracaso, por la oposición de reguladores y supervisores financieros, de intentos de criptodinero bajo blockchain como la Libra de Facebook, ya que a través de su red podían haber creado la base de una stablecoin de alcance global con un cripto sistema financiero a su alrededor.

El principal estandarte del nuevo dinero digital son precisamente las criptomonedas, cuyo éxito la mayoría evalúa en términos de subida o bajada de precio de las principales (Bitcoin y Ether sobre todo). Hoy por hoy, hay una gran correlación de precios entre las dos principales criptomonedas y el resto, e incluso con los activos bursátiles tradicionales. En los últimos tres años no ha habido una etapa específica de “cripto invierno”, pese a las prohibiciones sonadas de actividad en países tan importantes como China.

No todos aprecian en lugar los avances tecnológicos que se están produciendo en la creación de infraestructuras para soportar activos digitales como los NFT, o las DAOs como organizaciones gestionadas por códigos programadas en blockchain.

Disrupción

Se produce cuando una tecnología exponencial empieza a generar un impacto real en el mundo, cuando empieza a ser una alternativa plausible a una industria establecida.

Los datos más claros vuelven a ser los datos de capitalización del mercado de criptomonedas, pero las posibilidades de extensión de de la tecnología blockchain a la industria financiera en su conjunto (estimada en unos $300 trillones) da idea de que estamos al comienzo del proceso.

Fenómenos como la tokenización de los depósitos bancarios actuales son ya técnicamente posibles y varios países, incluyendo España, han realizado pruebas piloto que demuestran su factibilidad. En Japón se analiza una stablecoin emitida por los bancos japoneses y con participación de la industria no financiera. En Alemania también se analiza un la tokenización del dinero de los bancos para hacer más eficientes los pagos entre máquinas en industrias donde la robotización y la sensorización de las máquinas es cada vez mayor. En Estados Unidos un grupo de bancos se ha asociado para lanzar USDF Coin, una stablecoin emitida para ese grupo de bancos.

Las finanzas descentralizadas siguen creciendo sobre la base de las criptomonedas y especialmente de las stablecoins sobre redes blockchain descentralizadas. Los protocolos que permiten obtener rendimientos financieros, tomar fondos a préstamos o usar como colateral las criptomonedas siguen creciendo en liquidez y la banca, los reguladores y los supervisores cada vez consideran que es más probable que la disrupción sea inevitable y que se aceleren los cambios.

La clave como siempre está en la demanda de los usuarios. Hoy los usuarios de DeFi tienen un nivel de sofisticación superior a la media de la población, aunque cada vez más se facilitan los accesos y la comprensión de su funcionamiento.

Desmonetización

La desmonetización es la tendencia a coste casi cero de un producto o servicio como consecuencia del abaratamiento del coste. La fotografía tradicional se convirtió en fotografía digital y se dejó de pagar con dinero porque el coste era casi cero para los productores en la nube y porque empezamos a pagar con nuestros datos de navegación.

La desmonetización del dinero y de las finanzas supondría que la digitalización reduciría fuertemente los costes de almacenamiento y de tránsito de la mano de nuevas tecnologías y de nuevos proveedores de servicios virtuales que no necesitan los márgenes de los intermediarios actuales para ser rentables.

Por ejemplo, se podrían reducir a una fracción los costes de los envíos internacionales de dinero (hoy cuestan de media un 6% las transferencias minoristas entre áreas monetarias distintas) como consecuencia de que los nuevos protocolos de internet solo necesitan incorporar una tasa por computación y una tasa por uso de la red blockchain además de los márgenes que cargue el proveedor de servicios virtuales de que se trate. Se estima que el coste final sería del 0,5%.

En la medida de que las reducciones en los costes de computación pueden encontrar respuesta en los avances cuánticos o incluso si pensamos en un escenario donde la energía mundial será más provista por renovables sin limitación (por ejemplo, la solar o el hidrógeno) los costes de la computación medidos por el input acabarán cayendo aún más.

Los nuevos proveedores de servicios sobre activos digitales tendrán estructuras de coste menos intensivas que los proveedores de servicios financieros actuales, más intensivos en costes y activos fijos y personal, con más dificultades para crecer.

Desmaterialización

La desmaterialización hace referencia a la desaparición de los soportes físicos de una industria como consecuencia de la digitalización. Todo aquello que no forma parte de una experiencia que la gente quiere conservar acabará desapareciendo.

¿Cuál es la utilidad de una oficina bancaria tradicional? De la misma forma que las libretas de ahorro están desapareciendo es probable que los soportes del dinero tiendan a desaparecer convirtiendo en servicios virtuales aunque persistan algunos centros de atención física o telefónica, seguramente usando inteligencia artificial para mejorar los servicios, automatizando y rebajando el coste.

Un caso paradigmático es el dinero físico, un dinero que no cuesta a los clientes pero cuya infraestructura requiere de sofisticadas tecnologías para la emisión segura del dinero, para su almacenamiento, transporte y distribución. Dado que el dinero en efectivo es la máxima expresión de seguridad ya que se emite directamente por el banco central y no por un intermediario financiero, hay sin embargo que tener en cuenta otras consideraciones. Su eventual desaparición implicaría que la sociedad sólo dependería de medios de pago digitales para su funcionamiento bajo cualquier circunstancia que pudiera afectar a la disponibilidad de internet, o de las estrategia de proveedores de dinero o de medios de pago privados.

Democratización

La democratización implica que una tecnología está disponible de forma generalizada para la mayoría de los usuarios. Es lo que ya sucede con el smartphone en todo el mundo.

El dinero actual ya es en ese sentido razonablemente democrático, ya que es usado por miles de millones de personas y millones de empresas en todo el mundo. El sistema está basado en monedas oficiales, con sus sistemas de emisión y circulación y pago, y con los sistemas y mercados financieros que vertebran el funcionamiento de la economía mundial. Pero es un sistema mejorable, porque la inclusión financiera es baja en países subdesarrollados y porque el acceso a una cuenta bancaria tampoco está garantizado para cualquiera persona en los países desarrollados.

Pero las fuerzas de la tecnología tienen una fuerte tendencia a la convergencia en sistemas comunes.

En general, y aunque puede cambiar en pocos años, la democratización a través del nuevo dinero digital que aquí se aborda está lejos de conseguirse dado que el propio proceso de disrupción está en fase de desarrollo, partiendo de los mercados de criptomonedas y de las primeras infraestructuras de blockchain de carácter público o permisionado. Los productos son aún insuficientes y la experiencia de usuario requieren un alto nivel de dominio digital, imposible para la mayoría de los usuarios.

Esto no es así en el mencionado campo de las transferencias internacionales o en el caso de los países subdesarrollados con poca infraestructura bancaria, ya que pueden acceder más fácilmente a nuevas formas de dinero digital y finanzas descentralizadas dada la ausencia de alternativas financieras tradicionales.

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Enrique Titos Martínezhttps://www.elalcazardelasideas.es/
Enrique Titos Martínez, (Granada, 1960). Casado y padre de 4 hijos. Economista graduado en UAM Madrid, postgrado en IESE Business School y en Kellogg Business University (EEUU). Ha desarrollado una trayectoria profesional en varios grupos financieros nacionales e internacionales, en las áreas financieras, de tesorería y seguros. Es consejero y consultor de innovación en varias empresas, experto en procesos de transformación, habiendo liderado grupos de trabajo sobre fintech, dinero digital y sistemas de pago. Creador del Consejos Asesor de Innovación Abierta (CAIA) en Caser Seguros (Grupo Helvetia). Cofundador y Director del grupo El Alcázar de las Ideas, Jurado de los Premios Knowsquare, Fundador y Presidente de la Asociación Alexandreia Club de Lectura, y fundador de Cineforum Mensajes de Cine.

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