La máquina del tiempo nazi es una de las teorías conspiranoicas sobre cómo Hitler pretendió ganar la Segunda Guerra Mundial y nunca se han obtenido datos fidedignos sobre esta investigación. Permitir viajar en el tiempo y en espacio era su objetivo.
«Cualquier tiempo pasado fue mejor», es un dicho que se atribuye en un arrebato de nostalgia al poeta castellano del siglo XV Jorge Manrique de Figueroa en Coplas a la muerte de su padre.
“Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte / contemplando / cómo se pasa la vida, / cómo se viene la muerte / tan callando, / cuán presto se va el placer, / cómo, después de acordado, / da dolor; / cómo, a nuestro parecer, / cualquiera tiempo pasado / fue mejor”.
En el otro lado, un joven Joaquín Sabina canta con júbilo que «cualquier tiempo pasado fue peor».

La nostalgia es un sentimiento selectivo del pasado y, como tal, fuente de la memoria. Es una referencia para construir presentes y futuros. Nostalgia es añoranza, deseo de revivir.
En este contexto, hoy hay personas que quieren revivir momentos del pasado. Sucesos del pasado que se identifican como gloriosos, que según ellos deberían ser replicables, que deberían ayudar a construir nuevos futuros. Y entre ellos son especialmente peligrosos los que añoran etapas como el nacionalsocialismo alemán o el comunismo soviético, ambos revestidos de una irrealidad que paso a comentar en la famosa teoría de John Rawls, filósofo político estadounidense, a través del «argumento de la máquina del tiempo nazi».
Según ello, y ya que todos orientamos nuestros pensamientos por nuestra propia brújula moral de valores, podríamos someter a las personas que defienden en Alemania la vuelta a un estado nazi, como propone el partido de Alternativa por Alemania (AfD) liderado por Björn Höcke. Volver a 1941 a través de una máquina del tiempo que les transportara a ese momento, pero sólo con una condición. Una vez llegaran allí, se reencarnarían en cualquier persona, sea Himler, Hitler, Hannah Arendt, Anna Frank, cualquier soldado ario con riesgo de morir despanzurrado en el frente soviético o cualquier conciudadano judío con riesgo de ser enviado a un campo de exterminio.
Esta perspectiva es mucho menos atractiva, porque si algo tiene la nostalgia es ese sentimiento que lo que pasó ocurrió en aquel momento a las personas que lo vivieron, mientras que en el presente somos nosotros lo observamos desde nuestro momento. La incapacidad de ponernos en la piel de otros es una de las ponzoñas de la nostalgia. Sólo si empatizamos con los distintos puntos de vista podremos hacer un análisis correcto de las ventajas (en este caso de los inconvenientes) de momentos pasados.
No cabe duda que hoy vivimos un momento convulso en la historia de la Humanidad. Sin pretender compararlo con episodios previos, es claro que las personas necesitamos ajustar nuestra brújula de valores para entender qué es lo correcto y qué no lo es. Nos encontramos con gobiernos más o menos capaces, que mienten u ocultan más o menos para conseguir su permanencia en el poder. El extremo son los gobiernos autocráticos o dictatoriales que poco a poco van arrinconando a las sociedades democráticas que se enfrentan a tendencias políticas populistas que van, en ocasiones, desde la oposición hasta el propio gobierno.
Estamos en una crisis económica derivada de los excesos del sistema capitalista sin freno, ante un endeudamiento provocado por una sociedad de consumo desaforada. Estamos ante un crecimiento de la desigualdad a nivel mundial, y también en el seno de los propios países. Y todo ello como consecuencia de personas, empresas, o países que sacan desigual partido de la transformación que está provocando las nuevas tecnologías por todas partes.
El populismo, o suma de recetas fáciles de solución de los problemas complejos, solo siembra problemas por la vía de la capitulación para hacer más fácil la vida a las personas sin pensar en las consecuencias futuras. El recurso a la nostalgia de situaciones de luctuoso recuerdo es una mala solución.
* La teoría de Rawls aparece citada en el libro «Etica para tiempos oscuros», del filósofo alemán Markus Gabriel, artífice de la teoría del nuevo realismo de los valores.