Es difícil añadir originalidad o novedad a la cantidad de informes, artículos y publicaciones que en cualquier idioma ya hablan sobre Bitcoin, Ether y las criptomonedas. Partiendo de lo que son o al menos como yo las veo trataré de apuntar tres cuestiones que me parecen importantes a día de hoy y aventuraré donde creo que estamos en España.
Que quede claro, las criptomonedas han venido para quedarse, sean o no Bitcoin o Ether los ganadores definitivos, porque sus propuestas tienen sentido económico y social, apoyadas en la tecnología blockchain. Incluso creo que el excesivo consumo energético de la computación de la blockchain de Bitcoin acabará encontrando una solución más sostenible.
Cuando hablamos de las criptomonedas o criptoactivos como suelen llamarse, hay que entender que la criptografía no es algo nuevo – aunque hay nuevas técnicas de encriptación -, que lo auténticamente novedoso es la tecnología blockchain, que hace innecesaria la verificación intermedia en muchos procesos para que no exista el problema del doble conciliación, y que lo transformador es que los outputs digitales resultantes se convierten en registros únicos, transparentes, inmutables, donde todos los participantes están de acuerdo porque pueden verificar las transacciones. Estas tres circunstancias dan lugar al paradigma de la verdad o confianza descentralizada.
Estos registros, especialmente en casos como Bitcoin, se han convertido en depósito de valor porque son una forma de invertir dinero fiat, y además la tecnología subyacente blockchain puede tener usos aún más productivos cuando se amplía con «smart contracts» de Ethereum por ejemplo. Estas ampliaciones de la cadena de bloques crean automatismos de ejecución vinculada a condiciones que incrementan la rapidez y la eficiencia.
La búsqueda de un nuevo depósito de valor se ve espoleada por los tipos cero actuales y el riesgo de inflación futura creado por la continua expansión de la masa monetaria en las monedas fiat, que está provocando valoraciones históricamente altas en los activos financieros. Cada vez más inversores están preocupados ante el riesgo de inflación y devaluación.
El efecto combinado de estos factores está convirtiendo a las criptomonedas en algo serio al menos como complemento al dinero fiat tradicional y al sistema financiero conocido. Hay visiones más radicales que incluso lo ven como una alternativa a futuro.
Parece que el campo de los conversos sigue incrementándose mientras los denigrantes están más silenciosos y quizá hasta sorprendidos ante la subida imparable, ahora a más $50.000 por cada Bitcoin, porque están perdiendo prestigio y además dinero, porque no lo vieron venir. Si resulta ser como dicen un fiasco y finalmente cae, por supuesto sus voces volverán a ser oídas y los titulares se llenarán de «ya lo veníamos diciendo».
🤔¿Es o no Bitcoin y las criptomonedas algo serio, que ha venido para quedarse y que cambia el sistema financiero y para lo cual hay que prepararse?
Es un poco tarde para hacerse esta pregunta cuando la capitalización de Bitcoin es superior al trillón de USD, la de Ether más de 200 billones USD, y son ya más de 7.000 las criptomonedas o criptoactivos. Bitcoin lleva en existencia más de 10 años, pero antes de la ruptura de los $20.000/Bitcoin pocos le prestaban atención, y por supuesto no estaba en el radar de los reguladores y supervisores financieros.
En junio de 2019 Libra de Facebook capturó el temor de éstos por los enormes efectos de red que podía generar Libra como medio de pago y consiguieron contener su lanzamiento, recortado sus aspiraciones con la nueva definición de Diem, aún sin fecha clara de lanzamiento. Surgieron los análisis de los CBDC y el e-yuan chino actuó como catalizador para que casi todos los bancos centrales importantes del mundo empezaran a tomárselo en serio. Aún no está claro cuando se lanzará el CBDC en China, pero el camino es irreversible. China será el primer país importante en lanzarlo y que el resto acelerarán aún más sus planes de lanzamiento.
En este contexto, la apuesta de instituciones por Bitcoin como activo de inversión y como parte de los medios de pago ya sí ocupa y preocupa a los reguladores y supervisores financieros. Los más proactivos se preparan para un escenario de coexistencia de monedas digitales con el dinero fiat. Los más reactivos se preocupan por la protección a los inversores y por el impacto en su sistema financiero.
La disrupción ha llegado y no viene de un solo lugar: en el futuro veremos Bitcoin o criptomonedas varias, CBDC, stablecoins o emoney emitido por sector privado, y veremos una nueva arquitectura del sistema financiero donde las finanzas descentralizadas complementarán o sustituirán a los actuales modelos centralizados en torno a entidades o instituciones reguladas y supervisadas. El mundo DeFi plantea el reto de cómo regular y supervisar actividades que desarrollan organizaciones descentralizadas (DAOs) cuyos consensos de funcionamiento, implementadas en blockchains, están escritos y se ejecutan en código máquina. Esto lo cambia todo, no solo para supervisores y reguladores, sino para también para los usuarios de servicios financieros, acostumbrados a la ventanilla de su banco, sea física o digital. Ahora nos encontramos con una miríada de apps financieras que no cesa de crecer.
🤔¿Significa esto que la tecnología detrás de blockchain está madura y todo el sistema es seguro?
No es posible en la tecnología actual, en constante cambio, decir que todo está exento de problemas. Ha habido y seguirá habiendo hackeos y cada vez más sofisticados, pero al tiempo y salvo scams con varias ICOs y hackeos de criptomonedas a exchanges como sucedió con Mt Gox en 2014 o más recientemente con Binance (este último sí devolvió los fondos), las blockchains de las principales criptomonedas nunca han sido violadas y por tanto la confianza sigue ahí, aunque permanece cierta duda, porque el buen fin de las transacciones que se realizan en blockchains se basa en lo que se llama finalidad probabilística, que es la muy pequeña posibilidad de que los nodos validadores de las transacciones rompan el consenso.
Otra cuestión es si todas las criptomonedas o criptoactivos que cotizan (más de 7000, aunque muchas de ellas son utility tokens) sobrevivirán, y la respuesta es que no, ya que representan proyectos de negocio, algunos de los cuales triunfarán y otros no, como sucede en cualquier negocio normal.
Es clave entender qué problema solucionan o qué modelo de negocio aportan y encajarlos en la aún en formación arquitectura del internet de valor que se está configurando en el mundo de las criptomonedas. Criptomonedas como Bitcoin o Ether son denominadas Layer 1 porque son la infraestructura básica, ya que sus blockchains, especialmente la de Ethereum, es tan versátil que otras criptomonedas se desarrollan sobre Ethereum.
La medida del éxito de una criptomoneda es la apreciación de su precio o su usabilidad por ejemplo como medio de pago, o incentivo para intercambiarse por otra moneda, dando lugar a operaciones similares al uso de un colateral. Pero no es nada fácil certificar cuáles serán las monedas de futuro, aunque el interés por Bitcoin, Ether y las principales criptomonedas del ranking de CoinMarketCap son una buena referencia, aunque por distintas razones ya que tienen modelos de negocio diferentes.
🤔¿Pueden los reguladores detener las criptomonedas?
Este es un tema serio, por las dimensiones que está tomando y porque es un fenómeno global, lo cual lo hace complejo de abordar, y potencialmente sistémico. La propuesta inicial de Libra fue detenida por las autoridades financieras, pero la subida de Bitcoin, Ether y resto de criptomonedas sin duda es motivo de preocupación. Algo nuevo está ocurriendo con el impulso del capital institucional desde el pasado septiembre.
No está en el ánimo de la mayoría de los reguladores el detener el avance de las criptomonedas (aunque sí puede ser el caso de China, aparentemente de India y algún otro), pero sí proteger a los inversores y consumidores financieros, y asegurar que no hay ningun cataclismo financiero que afecte a parte del sistema.
Las criptomonedas con protocolo destribuido como Bitcoin o Ether no pueden regularse en su emisión, pero sí en su distribución o conversión por dinero fiat, e incluso podrían ser declaradas como ilegales en su uso. Actualmente no son aceptadas como moneda de curso legal, y por tanto no están protegidos sus inversores o usuarios por las leyes, y no son admitidas como elemento de cancelación legal de una deuda con arreglo a derecho. Por supuesto, los reguladores pueden establecer requisitos para los intervinientes como pretende hacer el reglamento MiCA (Markets in Cryptoassets) propuesto por la Comisión Europea, y sobre todo, establecer requisitos para la emisión de criptomonedas donde los emisores sean observables, y así lo hace la norma diferenciando entre tokens de utilidad y tokens de inversión.
🤔¿Dónde estamos en España?
Me temo que no en muy buena posición, en general. España es un país con una gran tradición bancaria, con una cultura baja de inversión y financiación en mercado de capitales, donde el emprendimiento y la innovación dispone de más talento técnico que de gestión empresarial, con poco capital financiero disponible respecto a otros países, y con una integración entre academia y negocios relativamente baja. El estímulo para el emprendimiento ha sido más bien reactivo desde la acción de los reguladores y supervisores financieros, aunque la actitud está cambiando con proyectos como el sandbox financiero. Pero puede no ser suficiente, porque en la era digital la clave es la velocidad del cambio de las empresas o países con los que competimos.
Las recientes subidas de las criptomonedas pueden ser, por distintas circunstancias y como comentario general, un fenómeno del cual España está relativamente ajena. Más allá de inversores individuales, el interés corporativo seguramente ha sido nulo por la complejidad inherente a la tecnología blockchain y sus ramificaciones, y existen solo un puñado de proyectos originados en España que puedan considerarse prometedores como para llegar a ser unicornios en el mundo cripto.
España muy en particular y Europa en general es más un país de takers (usuarios) en lugar de ser makers (fabricantes) y lo estamos viendo en el tamaño relativo de las empresas de tecnología. Hasta ahora hemos usado (más que fabricado) la tecnología que otros nos venden, sobre todo EEUU y cada vez más China.
Leo tu artículo desde el desconocimiento, la desinformación y la vaguería intelectual que me domina hace tiempo. Me ha servido para actualizar nociones anteriores sobre las criptomonedas y las cadenas de bloques, que digiero a retazos, con interés de bancario y vaguería de milenial. Ni se me había pasado por la imaginación que hubiese 7.000 monedas diferentes de las nuevas, de que las antiguas tenemos muchas menos. Me atrevería a lanzar la hipótesis de que en toda la historia de la humanidad no hubo 7.000 divisas diferentes (excluyo, claro, las posibles iniciativas de pueblos extinguidos que usaran huesos del meñique de la mano izquierda como cuenta).
Me resulta interesante que las unidades de cuenta actuales nazcan y vivan sin patrón que las defienda, sin ley que las respalde y sin otro sostén que el apetito de tenerlas.
El punto que yo encuentro brillante y diferencial es la seguridad de que se acompañan, al dotar a cada unidad de cuenta de una certificación de autenticidad compartida, pública, guardada por todos y por nadie.
El punto anterior luce más todavía al combinarlo con el atributo del anonimato de su legítimo tenedor ¡es impresionante! Dispones de una unidad de valor única e irrepetible, que todos pueden comprobar que es auténtica, pero no pueden saber quién la posee (creo, o así es como lo entendí).
Imagina una pieza de oro, que por su forma, peso y color asegura un valor intrínseco, que nadie sabe que está en tu bolsa de cuero, que todos las admiten sin parar a cuestionarla. Eso sí, con la diferencia del marchamo del rey de turno estampado en ambas caras.
Es potestad de ese rey hacer más monedas, si tiene el oro, o de inventárselas, si no lo tiene. Ese rey las cuenta, las regula, las fiscaliza, las defiende, juzga sus transacciones y las aplica como medida de todas las relaciones económicas. Son de obligada aceptación.
Ahora volvemos al bitcoin. Ahí desaparecen las normas, el respaldo definido, la validez y la defensa o regulación.
Tiene una naturaleza matemática, cualquiera puede crearlo, lo extrae mediante máquinas, se convierte en su legítimo dueño y lo pone en circulación a cambio de otros bienes. No hay rey que se lo impida o lo regule y, una vez registrado es indistinguible de los existentes anteriormente. Vale –o no- en cualquier entorno, sin que el regulador pueda hacer nada, salvo odiarlo por la competencia que supone a su poder establecido.
No sé por qué se me ocurre pensar en la sal. Cualquiera podía extraerla del mar o de las minas, pesarla, envasarla, transferirla, ponerla en circulación como elemento de cambio –salario- Y también sin rey que pueda impedir su creación y crecimiento ¡es NaCl! Y no tiene otro límite natural que la disolución de la que “se mina”, el océano.
¿de verdad estamos ante algo tan nuevo?
Gracias Pepe por tu extenso y valido comentario. Efectivamente la recreación de una nueva moneda no es algo nuevo, y la recreación de un sistema financiero tampoco. Lo es la tecnología, y esta es distinta, no mejor ni peor que las otras. La que nos ha tocado vivir. La tecnología blockchain apalancada en internet le da vitalidad de disemninación, trazabilidad a la información , automatización a la ejecución, y en el caso de bitcoin, limitación a la emisión. Eso no ha pasado nunca con ninguna moneda, Hasta el oro se puede seguir encontrando, pero no se pueden emitir más de 21m de bitcoins (salvo que alguien rompa su regla escrita en código maquina de emisión maxima). Las finanzas descentralizadas pueden alterar el sistema financiero en torno a instoituciones e intermediarios centralizados y supervisados. Es como el ecosistema de IOS o Android sin IOS o Android: multitud de desarrolladores que hacen Apps que ofrecen servicios financieros, Y aunque emerjan IOS o Androids financieros serán muy distintos de los bancos actuales. Todo esto es bastante inevitable como movimiento, la cuestión es la velocidad y el grado, en mi opinión.