La guerra mundial de la Inteligencia Artificial

Ha caído en mis manos el libro de Kaifu-Lee, inversor, emprendedor, escritor y conferenciante, experto mundial de referencia en IA (Inteligencia Artificial). Me ha encantado la nitidez de su pensamiento y fluidez de expresión, y recomiendo escucharle en este podcast – entrevista de Azeem Azhar de Exponential View.

El momento no puede ser más oportuno ante el creciente enfrentamiento por el dominio mundial entre las dos grandes potencias que tan bien explica el analista Pedro Baños Bajo en su último libro «El dominio mundial», que seguro trataré en un futuro post.

Pero sigamos con Kaifu-Lee y su libro.

Como es conocido, en mayo de 2015 el primer ministro chino Li Keqiang anunció el plan Made in China 2025 donde la superpotencia asiática estableció objetivos de liderazgo en varios campos tecnológicos además de conseguir que China sea menos dependiente de las cadenas de negocio globales. China ha decidido ser una potencia mundial en el sector de servicios de la mano del liderazgo tecnológico, especialmente en Inteligencia Artificial (IA), manteniendo y apalancándose en su potencia industrial.

«China quiere dejar de ser un copycat para ser un innovador original. Y lo está consiguiendo.»

 

Datos, datos, datos

Para desarrollar la IA hacen falta cantidades ingentes de datos y China está muy posicionada gracias a sus conglomerados tecnológicos, los famosos BAT (Baidu, Alibaba, Tencent) entre otros, que cada vez más penetran en la vida diaria de personas y empresas. Por ejemplo, China es líder mundial en pagos móviles en punto de venta y entre personas con más de 17 billones de USD (superior a su PIB 2017 de 12 billones de USD). Además, las profesiones ligadas a la investigación tecnológica e IA son muy populares en China, y por ello ya están desarrollando ventajas competitivas diferenciales con otros países. La magnitud de los datos generados en China es tan tremenda que se dice que China tiene 50 veces más datos que EEUU.

Los datos son la columna vertebral de la IA. A mayor número de datos, más efectiva es la IA.

Extracto propio de WordArt

La tecnología en la vida diaria

Segundo, las tecnológicas chinas han seguido un modelo de expansión más «horizontal» y basado en creación de ecosistemas (servicios relacionados) frente a la práctica de las tecnológicas occidentales que buscan, al menos de momento, sobre todo modelos de negocio más focalizados.

Por ejemplo, mientras aplicaciones como WeChat ofrecen cuando menos una combinación del Messenger de Facebook, de Whatsapp, de pagos entre personas, préstamos, compras online y offline, etc… las grandes empresas tecnológicas occidentales se han desarrollado en áreas «verticales» menos conectadas entre sí (Amazon en comercio electrónico, Whtasapp en mensajería instantánea, Venmo en pagos, …). El equivalente a Uber en China es una app (Didi) que además de «carsharing» ofrece servicios integrados de venta de coches, reparación y mantenimiento, seguros, descuentos en gasolineras, control de conducción, con descuentos y ventajas según el nivel incremental de uso de sus servicios.

Por tanto, en China se están desarrollando ecosistemas digitales integrados (plataformas digitales) para su enorme comunidad (creciente) de más de 700 millones de usuarios de internet. Ello permite una potencia impresionante de análisis y tratamiento de datos, y ello cambia el comportamiento y los hábitos. Como anécdota, en cada vez más lugares de China empieza a ser complicado pagar en efectivo o con tarjeta.

Kaifu-Lee lo explica así: las tecnológicas chinas han elegido en tecnología un modelo going heavy en lugar del modelo más enfocado de las tecnológicas occidentales (going light). 

Cultura y liderazgo

En esta nueva carrera hay sin duda mucho de estrategia, de lo cual China sabe mucho. La siguiente frase se atribuye a un antiguo emperador chino de la dinastía Ming:

«Build high walls, store the grain, and take time before you declare to be the king.»

Construir y fomentar ecosistemas requiere un liderazgo empresarial más diverso y sistemas de valores distintos de los occidentales, y todo ello se estimula directamente desde el poder político en China.

Con un cambio radical frente a los postulados de Mao Tse Tung, el famoso líder y artífice de la apertura de China a finales de los años 80 Den Xiao Ping lo vio claro: su frase «dejemos que la gente se enriquezca» propulsó el progreso económico a través de la iniciativa individual. 

Desde entonces, las medidas de éxito social para los chinos giran sobre tener éxito económico y hacerlo de forma rápida. Las familias, empresas y el gobierno invierten continuamente en formación orientada a resultados. Para los nuevos chinos,  líderes como el icónico Jack Ma se han convertido en modelos a imitar.

El impulso del gobierno chino 

El gobierno chino ha sido decisivo a la hora de estimular esa cultura proclive a tomar riesgos y explorar, estableciendo una visión a largo plazo en varios campos. Sin duda China es un país especialmente bueno en la planificación y construcción de infraestructuras, y actúa desde una planificación centralizada en proyectos de largo alcance. Por ejemplo, la ciudad de Guiyang se está construyendo especialmente diseñada sólo para vehículos de conducción autónoma. En trenes de alta velocidad, China también tiene planes de liderazgo mundial. 
Al contrario que en Occidente, y muy especialmente en Europa, las leyes de privacidad no están siendo un obstáculo en China. La regla es «primero innova, genera datos, prueba, y más adelante se regulará». No obstante, si se comete infracción clara, la pena es tan severa en China que el comportamiento cambia rápidamente. Una táctica muy distinta de la occidental, y por ello China está yendo más rápido en campos como la biotecnología o investigación genética. 
Con una aproximación tecno-utilitarista, China está construyendo iniciativas que le permiten ser la primera potencia integrada en datos en términos absolutos. Es un mercado más o menos homogéneo de 1.400 millones de habitantes, frente a los 380 en EEUU, o los 500 millones en Europa con 28 naciones con un proyecto común demasiado fragmentado que no permite economías de escala.

Mientras los gigantes tecnológicos chinos se desarrollan en su enorme mercado antes de lanzarse al resto del mundo, el mundo occidental compuesto por EEUU y Europa es más pequeño y está dividido. Acuerdos como el Privacy Shield tratan de crear garantías de confianza entre los estados occidentales para que no se repitan escándalos como el Cambridge Analytica de Facebook o filtrados de información hacia las agencias de seguridad norteamericanas.

Algunas reflexiones 

Sin duda, la IA es ya una realidad hoy en día, pero se va a desarrollar y va a penetrar mucho más en nuestras vidas en los próximos 15 o 20 años.

Pero es ahora el momento de comenzar a planificar el impacto del indudable reemplazo de millones de trabajos en todo el mundo ya que las tareas repetitivas las harán las máquinas mucho más eficientemente. Ello plantea cuestiones de distinto tipo:

  • De una parte, el progreso puede moderarse por la presión de los sindicatos o de la sociedad para detener la sustitución de personas por máquinas, lo que recuerda el movimiento ludita de comienzos del siglo XX. Pero la historia demuestra que el progreso hacia la eficiencia es imparable a medio y largo plazo. 
  • La llegada masiva de la IA y automatización hará que los estados hayan de intervenir apoyando a los más afectados por la sustitución de trabajadores por máquinas. Ahí se presentan esquemas como la renta básica universal, o programas de reeducación hacia nuevas competencias necesarias en una sociedad y en un modelo económico mucho más digital. 
  • La función e identidad social de la persona ha estado íntimamente ligada a tener un trabajo «productivo» especialmente desde las revoluciones industriales de los últimos dos siglos. Hoy trabajar es necesario no sólo para sobrevivir económicamente sino que también nos posiciona socialmente. En la nueva sociedad cada vez más dominada por trabajos que harán máquinas propulsadas por IA, las personas han de encontrar un significado a través de trabajos basados en la creatividad, o en la creación de valor social, y los estados deberían de reconocerlo a través de mecanismos como subsidios o derechos de acceso a algún tipo de prestaciones o rentas del estado. Por ejemplo, la asistencia al envejecimiento o la vertebración de una sociedad más desigual y diversa necesitará de muchos trabajos sociales que no crean riqueza económica directa, pero serán absolutamente necesarios para el mantenimiento de la estabilidad social. Los «human to human jobs» serán cada vez más apreciados. Como explica la economista Mariana Mazzucato en su reciente libro «The value of everything», el precio no siempre determina el valor.

«En esta batalla entre China y EEUU, cabe preguntarse en qué lugar queda Europa, con el 50% del estado social de todo el mundo, cada vez más envejecida demográficamente, dividida en estados nacionales con políticas volcadas en la protección y derechos del consumidor digital y con poca investigación propia en comparación con los dos colosos.»

Duro punto de partida, pero es necesario ser consciente de la situación. A nivel de la persona individual, la única opción posible es admitir la llegada irreversible del cambio y la necesidad de reeducarse en nuevas capacidades que demandará la sociedad del siglo XXI. La transición no será fácil y habrá desajustes, pero hay que confiar en la capacidad humana de sobreponerse a los cambios como ha ocurrido a lo largo de la historia. 

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Enrique Titoshttps://www.elalcazardelasideas.es/
Enrique Titos Martínez, (Granada, 1960). Casado y padre de 4 hijos. Economista graduado en UAM Madrid, postgrado en IESE Business School y en Kellogg Business University (EEUU). Ha desarrollado una trayectoria directiva en seis grupos financieros, el último en Barclays Europa y siempre relacionado con áreas financieras, de tesorería y seguros. Actualmente realiza consultoría e inversiones en proyectos relacionados con cambio de modelos de negocio por razón de la tecnología, tras reorientarse con cursos sobre Fintech y Criptomonedas en el MIT, formaciones digitales y de consejos de administración en The Valley DBS y Escuela de Consejeros. Es Consejero Asesor en la empresa Fellow Funders, Consejero Independiente de QPQ Alquiler Seguro SOCIMI y promotor de Consejos Asesores de Innovación Abierta (CAIA) en compañías establecidas como CASER Seguros. Miembro del Consejo Académico de la Fundación Fide, Director del Grupo Dinero Digital y Sistemas de Pago de Fide, Jurado de los Premios Knowsquare y fundador del Club de Lectura Know Square, y del Cineforum Mensajes de Cine.

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