El momento no puede ser más oportuno ante el creciente enfrentamiento por el dominio mundial entre las dos grandes potencias que tan bien explica el analista Pedro Baños Bajo en su último libro «El dominio mundial», que seguro trataré en un futuro post.
Pero sigamos con Kaifu-Lee y su libro.
«China quiere dejar de ser un copycat para ser un innovador original. Y lo está consiguiendo.»
Los datos son la columna vertebral de la IA. A mayor número de datos, más efectiva es la IA.
Extracto propio de WordArt |
La tecnología en la vida diaria
Por ejemplo, mientras aplicaciones como WeChat ofrecen cuando menos una combinación del Messenger de Facebook, de Whatsapp, de pagos entre personas, préstamos, compras online y offline, etc… las grandes empresas tecnológicas occidentales se han desarrollado en áreas «verticales» menos conectadas entre sí (Amazon en comercio electrónico, Whtasapp en mensajería instantánea, Venmo en pagos, …). El equivalente a Uber en China es una app (Didi) que además de «carsharing» ofrece servicios integrados de venta de coches, reparación y mantenimiento, seguros, descuentos en gasolineras, control de conducción, con descuentos y ventajas según el nivel incremental de uso de sus servicios.
Por tanto, en China se están desarrollando ecosistemas digitales integrados (plataformas digitales) para su enorme comunidad (creciente) de más de 700 millones de usuarios de internet. Ello permite una potencia impresionante de análisis y tratamiento de datos, y ello cambia el comportamiento y los hábitos. Como anécdota, en cada vez más lugares de China empieza a ser complicado pagar en efectivo o con tarjeta.
Kaifu-Lee lo explica así: las tecnológicas chinas han elegido en tecnología un modelo going heavy en lugar del modelo más enfocado de las tecnológicas occidentales (going light).
«Build high walls, store the grain, and take time before you declare to be the king.»
Con un cambio radical frente a los postulados de Mao Tse Tung, el famoso líder y artífice de la apertura de China a finales de los años 80 Den Xiao Ping lo vio claro: su frase «dejemos que la gente se enriquezca» propulsó el progreso económico a través de la iniciativa individual.
El impulso del gobierno chino
Mientras los gigantes tecnológicos chinos se desarrollan en su enorme mercado antes de lanzarse al resto del mundo, el mundo occidental compuesto por EEUU y Europa es más pequeño y está dividido. Acuerdos como el Privacy Shield tratan de crear garantías de confianza entre los estados occidentales para que no se repitan escándalos como el Cambridge Analytica de Facebook o filtrados de información hacia las agencias de seguridad norteamericanas.
Algunas reflexiones
Pero es ahora el momento de comenzar a planificar el impacto del indudable reemplazo de millones de trabajos en todo el mundo ya que las tareas repetitivas las harán las máquinas mucho más eficientemente. Ello plantea cuestiones de distinto tipo:
- De una parte, el progreso puede moderarse por la presión de los sindicatos o de la sociedad para detener la sustitución de personas por máquinas, lo que recuerda el movimiento ludita de comienzos del siglo XX. Pero la historia demuestra que el progreso hacia la eficiencia es imparable a medio y largo plazo.
- La llegada masiva de la IA y automatización hará que los estados hayan de intervenir apoyando a los más afectados por la sustitución de trabajadores por máquinas. Ahí se presentan esquemas como la renta básica universal, o programas de reeducación hacia nuevas competencias necesarias en una sociedad y en un modelo económico mucho más digital.
- La función e identidad social de la persona ha estado íntimamente ligada a tener un trabajo «productivo» especialmente desde las revoluciones industriales de los últimos dos siglos. Hoy trabajar es necesario no sólo para sobrevivir económicamente sino que también nos posiciona socialmente. En la nueva sociedad cada vez más dominada por trabajos que harán máquinas propulsadas por IA, las personas han de encontrar un significado a través de trabajos basados en la creatividad, o en la creación de valor social, y los estados deberían de reconocerlo a través de mecanismos como subsidios o derechos de acceso a algún tipo de prestaciones o rentas del estado. Por ejemplo, la asistencia al envejecimiento o la vertebración de una sociedad más desigual y diversa necesitará de muchos trabajos sociales que no crean riqueza económica directa, pero serán absolutamente necesarios para el mantenimiento de la estabilidad social. Los «human to human jobs» serán cada vez más apreciados. Como explica la economista Mariana Mazzucato en su reciente libro «The value of everything», el precio no siempre determina el valor.
«En esta batalla entre China y EEUU, cabe preguntarse en qué lugar queda Europa, con el 50% del estado social de todo el mundo, cada vez más envejecida demográficamente, dividida en estados nacionales con políticas volcadas en la protección y derechos del consumidor digital y con poca investigación propia en comparación con los dos colosos.»