La Economía de las Plataformas o Marketplaces

Uber es el mayor gestor de transporte urbano en coche del mundo. Google y Facebook son los mayores anunciantes globales. Amazon es el mayor comercio global. Airbnb ofrece más habitaciones que ningún hotel. Pero Uber no posee coches, Google y Facebook no tienen imprentas, Amazon no posee centros comerciales, ni AIRBNB tiene en su activo propiedades. Se ha producido un cambio de paradigma: ya no es clave el poseer activos físicos para ser muy rentable, lo realmente importante es concitar entornos donde “usuarios» se encuentran en un mercado que posibilita transacciones entre ellos. 
La mayoría de las compañías cotizadas en el mundo tienen enormes balances, activos reflejados en instalaciones, cadenas de montaje, propiedades, y gran cantidad de deuda para financiar la capacidad instalada. La diferencia entre ingresos por ventas, costes de fabricación y costes de capacidad instalada unido a los costes de la deuda o ingresos por posición de caja componen su beneficio antes de impuestos. Son estructuras de lento cambio, donde además la amortización de las inversiones a plazos largos hace aún más difícil los cambios de estrategia  – aunque la situación lo justifique si hay que cambiar el rumbo -. Son las compañías y estados del siglo XXI
Con la llegada de internet, una de sus manifestaciones más extendidas y populares son las redes sociales y los blogs. Las redes han creado una conversación a escala antes no posible, global, inclusiva y tematizada por intereses de personas o grupos. Los blogs han desintermediado la industria de la comunicación, antes verticalmente organizada con estructuras jerarquizadas dentro de cada grupo. Youtube compite en la creación de contenidos audiovisuales y las compañías de comunicaciones ven como competidores como Whatsapp sustituyen a las conversaciones telefónicas. Twitter es el canal que retransmite las noticias más rápidamente. El marketing digital compite con la publicidad tradicional. Los datos de los clientes en las redes permiten analizar comportamientos segmentados y dirigir más efectivamente las acciones de captación. La lista de ejemplos de desintermediación es casi interminable.
Los avances de internet aplicados a dispositivos móviles fuerzan a la reconversión de los incumbentes para evitar el “momento Kodak” (que perdió el liderazgo al no subirse a tiempo a la digitalización de las películas fotográficas). 
En el centro del cambio de paradigma está la irrupción de la economía de las plataformas o marketplaces. Son aplicaciones tecnológicas que sustituyen la relación directa entre empresa tradicional y consumidor, sea esta a través de los centros de ventas de la empresa, sus agentes, centros comerciales, o su propia página web. Los marketplaces son los responsables de la desintermediación de las estructuras tradicionales de venta. Pero además, los marketplaces están integrados no sólo por las empresas como productoras sino por las personas que ofrecen sus bienes (por ejemplo, viviendas) a través de Airbnb o servicios (por ejemplo, sus habilidades profesionales) compitiendo con las empresas de venta de propiedades o las agencias de colocación (caso de LinkedIn). Podemos hablar de una descentralizaciónde las interacciones, la incorporación de los particulares como competidores de las empresas en oferta de productos y servicios. Jeremy Rifkin les llama «prosumidores» en su libro «La sociedad de coste marginal cero».  En cada vez más ocasiones, las empresas han de incorporarse a las plataformas para no perder ventas o notoriedad frente a sus clientes en relación a sus productos. Ebay, Amazon, Alibaba son los mayores líderes virtuales compitiendo cada vez mas con los líderes en distribución retail. Walmart decepcionó recientemente en sus resultados reconociendo la necesidad de inversiones cuantiosas para adaptar su estrategia de comercio electrónico. La evolución de la valoración de sus acciones frente a Amazon en 2015 habla por sí sola. 
Variación precio de acción de Amazon frente a Walmart

 Los motores de datos e información Google y Facebook almacenan los datos de comportamiento más grandes del mundo para suministrar a marketplaces propios o competidores.
En este contexto, la fidelidad a la marca X o a su producto compite con nuevas opciones disponibles. El proceso de construcción de marca es más rápido que nunca, pero al tiempo las marcas pueden desaparecer con una velocidad de vértigo. 
Los consumidores son cada vez más propensos a pagar por acceso frente a la propiedad como medio del disfrute de un bien. Las empresas ya no pueden vivir del modelo basado sólo en venta, debiendo crear un modelo de prestación de servicios. «Vender” el acceso a sus productos aunque permanezcan en su balance (caso de iDrive de BMW), preocuparse de crear una marketplace (acuerdo de Patagon con Ebay) que permita un reuso de sus productos de segunda mano de tal forma que retengan parte de su valor. De forma más avanzada, las empresas han de contar más con sus clientes de cara al diseño de sus productos y servicios, y pueden desarrollar marketplaces de colaboración mutua para hacerlo posible. 
Porque una de las mayores ventajas de los marketplaces son las economías de escala de la construcción y mantenimiento. Sus costes son bastante reducidos, y la información que proporcionan es interminable gracias a los avances del «cloud computing» y «big data». Las inversiones en marketplaces a nivel mundial son una fracción ínfima de las inversiones en infraestructura de las empresas incumbentes. Los costes marginales de producción son casi cero llegado un umbral de inversión, llegando a casi igualarse precio de venta y beneficio antes de impuestos. Las plataformas generan ingresos a través de distintos mecanismos siendo el más habitual el cobro de comisiones a las partes que hacen la operación o los modelos freemium (gratis hasta un cierto nivel, y de pago periódico fijo para distintos niveles de servicio), de forma que pueden realizar una facturación casi a la medida en función de su público objetivo. 
Frente a la confianza que genera la marca en el caso de las empresas incumbentes, lógicamente ganada durante años o décadas de relación con sus clientes, los marketplaces están capturando de forma sorprendentemente rápida el interés de los nuevos consumidores, en parte porque al incorporarse como “productores», ahora contemplan un mayor equilibrio de intereses. Según datos de Jeremy Owyang, uno de los mayores expertos en economía colaborativa, precio, conveniencia y marca son los tres factores que influyen en las consideraciones de los clientes.
Un factor clave que refuerza la confianza en las plataformas es la experiencia de los usuarios a través de la reputación digital. Las plataformas han desarrollado sistemas cada vez más efectivos de seguimiento que permiten al usuario conocer en anticipación el funcionamiento y experiencia de usuarios previos, si bien el fraude es en ocasiones inevitable como prueban casos recientes en Amazon.
Entre los grandes objetivos de la regulación están la promoción de la libre competencia, la protección de los usuarios y la transparencia en el funcionamiento de los sistemas competitivos. Las plataformas tienen todos los requisitos para aportar dicha transparencia, si bien carecen de una regulación siquiera comparable con la de los competidores incumbentes. Y la razón es clara: su modelo de negocio es distinto, y por tanto, la regulación no puede ser la misma. La regulación no puede proteger a los intereses creados, ha de ser proporcionada y velar por el interés general. 
Se ha hablado mucho sobre si estas plataformas son o no una reedición del capitalismo aprovechando las ventajas de la tecnología y posiblemente la respuesta es positiva. Sin embargo el auténtico hecho diferencial del nuevo entorno es que la tecnología ofrece opciones, con sus consiguientes riesgos, que el sistema previo no daba a los clientes. Impera el sistema on demand que permite contratar cualquier producto y servicio de la forma más conveniente, sea desde un operador tradicional o desde una plataforma. 

7 COMENTARIOS

  1. Es curioso que la palabra "riesgo" solo aparezca una vez en este interesante artículo. Creo que el camino es el apuntado, las marcas son conscientes y el ecosistema digital es el propicio. Pero no olvidemos que en el pasado, hombres decididos, motivados, con recursos suficientes y en entornos favorables, vieron desvirtuarse sus proyectos por factores difícilmente ponderables al comienzo.
    Con esto quiero decir, que no todo es de color de rosa. La ineficiencia sobrevenida en algunos casos, las deficiencias de adaptación en su escalabilidad (o vértigo), y la más que probable dispersión normativa pueden hacer temer riesgos sistémicos y falta de confianza.
    Por ejemplo, se quiera o no, la economía colaborativa debe estar adecuadamente regulada para cumplir indubitablemente con todas las exigencias fiscales, de seguridad laboral, de …. y un largo etcétera, que impedirán que el coste marginal tienda a cero indefinidamente. Precio, no podrá ser nunca beneficio.

  2. La sociedad de la desintermediacion en la que las grandes empresas quieren gestionar mucho, pero poseer poco. Esto reduce balance, reduce riesgos, reduce necesidades de capital y aumenta la rentabilidad para el inversor. También está ocurriendo en el sector financiero, en el que crece el fuera de balance para compensar la compresión de márgenes por los bajos tipos de interés (casi nulos, cuando no negativos) y para reducir la necesidad de capital, aliviando de esta manera el ROE. Otra forma de verlo es la transformación de la sociedad de la posesion en la sociedad de uso.

  3. Lo de desintermediación es totalmente correcto, pero para que la gente pueda usar algo alguien tiene que poseerlo, y si no es el caso no existe en cuyo caso disminuye la oferta disponible para el uso. En mi opinión, lo que dices es cierto para las viviendas o bienes físicos. Las nuevas generaciones prefieren o no pueden comprar, pagan por uso, pero las viviendas están ahí, luego alguien las tendrá. Ello limita un factor de demanda de compra, por lo que lo precios tienden a bajar, pero la rentabilidad por alquiler que permiten las plataformas, en teoría, aporta un equivalente a tipo de interés de inversión para el comprador, elemento que no se tenía en cuenta antes de la crisis, donde se compraba con expectativa de subida de precios constante.

    Respecto a la banca, ahí la desintermediación de las plataformas directamente provoca como bien dices reducción de balance, por ejemplo, los clientes inversores dejan de tener depósitos bancarios para prestar a empresas en los marketplaces, o realizan pagos al margen de sistemas bancarios, o desintermedian en divisas como en el caso de Kantox. Lo que veremos es que al final vamos a un mundo donde cada vez hace falta menos capital, porque la tecnología de los marketplaces es bastante menos costosa.

  4. Comentaba este tema la semana pasada con alguien de Telefónica respecto de las inversiones en infraestructuras asociadas a la provisión de servicios de internet y a la necesidad de ir a un cambio de modelo de negocio que evite que la inversión recaiga en los que ponen las infraestructuras y el beneficio en los que proporcionan los vehículos para su uso. El problema es que eso nos lleva a la creación de monopolios o de estructuras verticales que controlen desde la implantación de la infraestructura a la comercialización de los servicios sin permitir acceso neutral a otros proveedores.

  5. Abundando en reflexiones anteriores de Enrique, Angel y José María, cabe resaltar el poder de difusión y capilaridad que ofrecen las nuevas plataformas tecnológicas, facilitando acceso a servicios y disfrute de bienes, favoreciendo nuevos modelos de negocio…
    …y como bien se señala, sigue resultando igual de imprescindible la existencia previa de dicho "bienes", de la naturaleza que sean: casas, hoteles, redes de telecomunicación, hospitales, periodicos (entramado de medios de comunicaciones con periodistas y demás recursos..) etc.etc.
    …y para que sigan permaneciendo operativos dichos "bienes", es tan imprescincible, como siempre lo ha sido, la continuidad de los correspondientes incentivos y alicientes económicos.
    Y las nuevas plataformas no veo que vayan a cambiar esta parte de la cadena…

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Enrique Titoshttps://www.elalcazardelasideas.es/
Enrique Titos Martínez, (Granada, 1960). Casado y padre de 4 hijos. Economista graduado en UAM Madrid, postgrado en IESE Business School y en Kellogg Business University (EEUU). Ha desarrollado una trayectoria directiva en seis grupos financieros, el último en Barclays Europa y siempre relacionado con áreas financieras, de tesorería y seguros. Actualmente realiza consultoría e inversiones en proyectos relacionados con cambio de modelos de negocio por razón de la tecnología, tras reorientarse con cursos sobre Fintech y Criptomonedas en el MIT, formaciones digitales y de consejos de administración en The Valley DBS y Escuela de Consejeros. Es Consejero Asesor en la empresa Fellow Funders, Consejero Independiente de QPQ Alquiler Seguro SOCIMI y promotor de Consejos Asesores de Innovación Abierta (CAIA) en compañías establecidas como CASER Seguros. Miembro del Consejo Académico de la Fundación Fide, Director del Grupo Dinero Digital y Sistemas de Pago de Fide, Jurado de los Premios Knowsquare y fundador del Club de Lectura Know Square, y del Cineforum Mensajes de Cine.

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