Nos hemos resistido en este blog a dejarnos seducir por los acontecimientos del día a día para focalizarnos en lo estratégico e importante. Pero hoy lo estratégico e importante se ha convertido en parte del día a día, ya que la crisis del Covid-19 exige respuestas inmediatas que tendrán repercusiones clave en el mundo post Covid-19.
Una de ellas es la respuesta de Europa, desde las instituciones que la componen y desde los países que la integran. Desde muchos puntos de vista, pero el primero desde la perspectiva de la respuesta financiera a la inevitable crisis económica, de liquidez y el impacto en los modelos económicos y en la vida diaria de millones de personas que han perdido o van a perder su trabajo en los próximos meses. Mientras escribo estas líneas los primeros ministros y los ministros de finanzas europeos discuten la financiación de la crisis económica que ya se está desarrollando y que sin duda alguna dejará pequeña a la crisis financiera de 2008. Se discuten dos temas: solidaridad financiera frente a condicionalidad financiera. Porque el dinero existe, porque lo crea el Banco Central Europeo, el auténtico hormigón que está manteniendo unidos los bloques el edificio Europa.
Reconocer lo que puede hacer, lo que está haciendo e, incluso, ha hecho Europa es el objeto de mi artículo previo (“Por qué necesitamos más Europa ahora”) y que es la principal referencia de este artículo del Alcázar de las Ideas.
No me cabe la menor duda de que Europa puede salir fortalecida de esta crisis. Tiene talento, estructura, tamaño y valores para conseguirlo. Europa pesa en el mundo si quiere y sabe pesar, pese a EEUU, China y Rusia. Pero es necesario un liderazgo compartido, trascendente y con visión del mundo post Covid-19 para conseguirlo. Una visión del rol geoestratégico de los países que componen Europa, de Europa y de Europa en el mundo.