El trecho entre la ciencia y la ciencia ficción se acorta

El hombre es una asombrosa creación porque tiene la capacidad de imaginar el futuro. Es el ser más curioso de la naturaleza. Su capacidad de relacionarse y trabajar en sociedad con sus congéneres, de utilizar creativamente lo que le rodea, le dota de una facultad sin parangón para avanzar cada vez más sin límite conocido.

Esto con permiso de la inteligencia artificial, si los humanos no nos dejamos llevar por la aparente capacidad de la IA de resolver problemas sin el esfuerzo humano tradicional. Porque lo que nos define como humanos es lo que hacemos nosotros mismos a través de nuestras facultades. Por eso escribir este artículo, por ejemplo, cuesta esfuerzo, porque lo ha escrito un humano, y ello define nuestra identidad personal. Pero también reconozco que nuestra identidad puede ser cambiante, de la misma forma que los cocheros de caballos del siglo XIX dejaron de serlo para ser trabajadores en las fábricas industriales del siglo XX.

Dicho esto, el libro “Cosas que nunca creerías: de la ciencia ficción a la neurociencia”, es extremadamente intrigante, oportuno y memorable para los que hemos construido nuestra memoria y vida con las películas de ciencia ficción en esa factoría del futuro que es Hollywood. Tuvimos la fortuna de leer este libro en la XXI Edición del Club de Lectura Alexandreia.

Rodrigo Quian Quiroga, su autor, es un neurocientífico nacido en Argentina, físico y matemático, autor de 5 libros con el vector común en la memoria (entre ellos “Borges y la memoria”), descubridor de las neuronas de concepto. El libro es un compendio que relaciona películas icónicas de ciencia ficción, con su especialidad (la neurociencia) y con las cuestiones filosóficas que plantean. Seguramente una inteligencia artificial escribiría un libro como este, pero entonces no sería un libro de Rodrigo Quian Quiroga. Este libro es parte de su identidad.

Películas icónicas de ciencia ficción

A lo largo de 10 películas de ciencia ficción, (y me interesa distinguir qué es la ciencia ficción: lo que aún la ciencia no puede explicar porque su avance no ha llegado a ese estadio, como contraposición de la ciencia real o actualizada, y que hay que distinguir de la fantasía, un género más ligado a lo imposible que a lo que aún no es posible), el autor plantea varias cuestiones trascendentales que los avances en la neurociencia aún no pueden explicar por la evidente unicidad entre cerebro y mente. En tiempos, el dualismo planteado por Descartes, hoy descartado unánimemente, abogó por una separación entre ambos.

¿Pueden las máquinas o un no humano tener consciencia? Los avances en la IA hacen que muchas tareas humanas sean no sólo perfeccionables, sino indistinguibles sobre su autoría. La IA es idiota, como se explicaba en un artículo reciente. En “El planeta de los simios” la raza humana se convierte en animal mientras los simios se tornan en la raza inteligente. Los simios son los seres más parecidos a los humanos, tienen una gran capacidad de repetición o emulación, pero ¿en qué momento la genética humana se separó de los antepasados simios para crear especies tan diferentes? En la película, un orangután llamado César, en un experimento humano, toma consciencia, y ello es el origen del ascenso de simios sobre humanos en la película. ¿Puede una máquina no humana sentir (no solamente saber) y tener sensación de finitud, de una vida con un final, y querer no morir? En “Odisea del espacio 2001” el ordenador HAL9000 toma el control de la nave espacial y asesina porque teme ser desconectado.

En “Blade Runner” una gama de replicantes humanos programados para dejar de funcionar pasado un tiempo toma consciencia de su tiempo de caducidad y se rebela contra la humanidad para evitar dejar de existir. La existencia está ligada a la consciencia de la vida. En otra película, “Troya” (criticada por los rigurosos de la historia), Aquiles dice que los dioses envidian a los humanos porque la muerte hace que las proezas puedan ser recordadas, y por ello la vida tiene un sentido porque tiene un final.

 ¿Pueden las máquinas sentir, además de saber? Poco sabemos de los sentimientos de las especies no humanas (más allá de lo que sabemos de los animales). Aparentemente el sentimiento, la emoción, está asociada a zonas del cerebro que las albergan. Sin ellas, se puede saber, pero no sentir. En “El error de Descartes”, el neurocientífico Antonio Dámaso explica el caso de una persona tratada de un tumor cerebral, que aunque posteriormente mantiene intactas sus capacidades de pensamiento, ha perdido cualquier sensación de emotividad, dolor, alegría o pena. ¿Es la misma persona?

 En las “Alas del deseo” de Wim Wenders, un ángel se convierte en humano porque aunque sabe, no siente, y quiere sentir lo que solo racionalmente sabe.

Sobre qué es la realidad, “Matrix» es una película seminal sobre la irrupción de la tecnología en nuestras vidas. Ya lo ha hecho a través de las redes sociales y la frecuente conexión a las plataformas digitales. ¿Pensamos por nosotros mismos o los algoritmos de la atención dirigen nuestro pensamiento hacia contenidos que refuerzan nuestros sesgos? ¿En un futuro mundo de metaversos somos nosotros o es una versión idealizada de nosotros la que se proyecta? Esto ya ocurre en parte con las redes sociales, especialmente entre los adolescentes. Y hay mucho dinero en las grandes tecnológicas que desea hacerlo posible.

En “Minority Report” se presenta el caso de que el futuro está determinado, no hay nada que podamos hacer por alterarlo, y la tecnología permite conocer con antelación delitos futuros, y una policía especializada contiene al criminal antes de cometer el delito. ¿No existe, pues, el libre albedrío? Pruebas con resonancia magnética cerebral han descubierto que nuestras neuronas actúan antes del momento consciente de nuestras acciones, pero la excepción a la predictibilidad es el caos, lo inesperado, como sucede en la película.

La sensación de identidad es uno de los mayores refuerzos de nuestro yo individual. Con los avances en la robótica actual, ¿en qué momento si nos cambian casi todos los miembros y órganos somos nosotros mismos? En “Robocop”, un policía evita la muerte tras un accidente para volver a existir completamente transformado por implantes que le hacen más rápido, fuerte, ágil, ver más lejos, oír mejor, y acceder a una especie de ordenador mental de información casi infinito. ¿Pero es la misma persona, el mismo yo que antes del accidente? ¿En qué momento el número de implantes nos hace dejar de ser nosotros? ¿O tiene que ver con el ritmo de la transformación respecto del ser original?

En “Inception” y en “Total Recall” se ficciona hurgando en el yo inconsciente, en los recuerdos y en la memoria. Cuando dormimos hay dos fases: el sueño profundo, que fija la memoria de las cosas que nos pasan, y la fase del sueño lúcido, una suerte de baile desenfrenado de las neuronas donde soñamos cosas absurdas, pero que nos parecen reales, y que está asociado con el sueño ligero, muy próximo a despertarse, y por ello nos parece tan real. ¿Podrá la tecnología introducirse en nuestros sueños para invadir nuestra mente? En “Total Recall” se plantea que somos lo que recordamos, nuestra identidad está ligada a lo que recordamos. Tenemos una memoria asociativa (asociamos distintos conceptos para construir nuestro pensamiento, hacemos interferencias o analogías, como las neuronas de concepto descubiertas por el autor del libro).

En “Abre los ojos”, la reflexión es queremos vivir porque podemos morir. Cada vez más se habla del transhumanismo, de la capacidad de trascender porque la ciencia y la tecnología lo van a permitir. Aparentemente, ya cientos de personas muertas en el mundo con su cerebro conservado por crionización, de forma que no hay deterioro neuronal, pero no sabemos nada de si esas personas recordarán su identidad y recuerdos una vez sean despertadas en el futuro. Pero nuestra identidad no es estática, se alimenta de nuestra vivencia diaria, y si esta se interrumpe, ¿no corremos el riesgo de convertirnos en «El Capitán América», el héroe de Marvel que desaparece en la Primera Guerra Mundial y reaparece al descongelarse años más tarde como una cabra en un garage?

Como dice el autor, los años pasan para no volver, hay que disfrutar del tiempo que nos toca vivir porque todos acabaremos en el dulce sueño.

En síntesis, “Cosas que nunca creerías: de la ciencia ficción a la neurociencia es un libro explorativo, además de tremendamente divulgativo para el público no especialista, aunque también denso, donde el autor es posibilista respecto de los avances en la ciencia y la tecnología para acercar a la realidad algunas de las cuestiones de las películas de ciencia ficción. Pero al tiempo se agradece su sentido de la prudencia, escepticismo incluso, sobre la capacidad de replicar al ser humano. Quizá mejor en muchos campos, pero nunca iguales.

Enrique Titos Martínezhttps://www.elalcazardelasideas.es/
Enrique Titos Martínez, (Granada, 1960). Casado y padre de 4 hijos. Economista graduado en UAM Madrid, postgrado en IESE Business School y en Kellogg Business University (EEUU). Ha desarrollado una trayectoria profesional en varios grupos financieros nacionales e internacionales, en las áreas financieras, de tesorería y seguros. Es consejero y consultor de innovación en varias empresas, experto en procesos de transformación, habiendo liderado grupos de trabajo sobre fintech, dinero digital y sistemas de pago. Creador del Consejos Asesor de Innovación Abierta (CAIA) en Caser Seguros (Grupo Helvetia). Cofundador y Director del grupo El Alcázar de las Ideas, Jurado de los Premios Knowsquare, Fundador y Presidente de la Asociación Alexandreia Club de Lectura, y fundador de Cineforum Mensajes de Cine.

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