China es la segunda economía del mundo, por detrás de Estados Unidos. La distancia que las separa difiere en función del indicador que se utilice. Si recurrimos al producto interior bruto (PIB) en dólares (USD) corrientes es del orden del 25% (6 billones de USD: 24 billones de PIB de EEUU vs 18 billones de China). Una distancia todavía amplia pero que se está reduciendo en los últimos años. Y el objetivo de las autoridades chinas, con Xi Jinping a la cabeza, es que se elimine en 2049, coincidiendo con el primer centenario de la República Popular China.
https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.CD?end=2021&locations=US-CN-JP-DE-ES&start=1994
Si tenemos en cuenta que la población de China es casi cuatro veces la de Estados Unidos y que es la economía más poblada del mundo, el objetivo de ser la primera economía del mundo no es sólo factible, sino probable, a pesar del reto demográfico que para China supone contar con una población envejecida, consecuencia de la política de hijo único implantada entre 1979 y 2015 (“podría darse incluso el caso de que la población de China envejezca antes de que le dé tiempo va a hacer ser rica”).
https://data.worldbank.org/indicator/SP.POP.TOTL?locations=US-CN-JP-DE-ES
Otro reto de China es la denominada “trampa de los ingresos medios” (middle income trap) que aparece cuando los países con economías en desarrollo crecen hasta un cierto punto, pero fracasan en alcanzar la renta de los países más desarrollados. Pero el Partido Comunista de China (PCCh) es conscientes de que para convertirse en la primera economía del mundo es imprescindible cambiar su modelo. Ya no sirve apalancarse en las ventajas competitivas derivadas de un menor coste de la mano de obra. Y tampoco incentivar el desarrollo del mercado inmobiliario y la industrialización para exportar. La tecnología es ahora la clave para convertirse en la economía líder global.
China tiene un plan y un argumento de crecimiento, que el profesor Feijoo denomina tecno-socialismo, combinado con el capitalismo de Estado “Tecno-socialismo con características chinas, que en el fondo no es otra cosa que un súper capitalismo de estado. El modelo tecno-socialista de China tiene particularidades que hacen que se aparte un tanto de la teoría estándar”. Este libro sirve para entender la estrategia de China (“comprender el plan que se ha trazado el gobierno chino para combinar tecnología, economía y sociedad y convertirse en un líder mundial”) y hacerlo “desde dentro” porque Claudio ha vivido seis años en China. En este punto el libro recuerda (de hecho, lo cita varias veces) a Kai-Fue Lee y su “Superpotencias de la inteligencia artificial”. Y también a Ray Dalio y su visión optimista sobre China (“algunos me han avisado que elogiar a China en estos tiempos es ir contracorriente”). La obra de Claudio Feijoo sirve para complementar la visión que podemos tener en Europa y que se recoge en manuales como el de Fidel Sendagorta (“Estrategias de poder”) o el de Andrés Pedreño y Luis Moreno (“Prevenir el declive en la era de la inteligencia artificial”).
Si el rechazo al ferrocarril, la innovación tecnológica del momento (mitad del S-XIX), además de otras claves (ver T. Piketty, “Breve historia de la desigualdad”) derivaron en el denominado “Siglo de la humillación” de China, ahora, para convertirse en la economía líder mundial se van a apalancar en la tecnología[1].
“En China, las empresas de nuevas tecnologías tienen la consideración de ser los nuevos pilares de la economía”.
Claudio Feijoo también apunta una de las debilidades del tecno socialismo de China: “China es un importador neto de chips microelectrónicos y los expertos estiman que su industria se encuentra dos generaciones por detrás en términos de investigación y desarrollo de semiconductores. Hay que recordar que la fabricación de chips es una industria con altísimas barreras de entrada debido a los costes fijos de inversión que requieren las economías de escala necesarias para hacerla rentable[2]”.
Este es un libro que sirve para entender “el uso de la tecnología en la confrontación entre la democracia y la autocracia, entre la primera y la segunda potencia”. China y EEUU están embarcados en una guerra comercial y tecnológica… ¿como paso previo a un enfrentamiento bélico? El autor también nos recuerda la trampa de Tucídides.
Y también sirve para entender la figura de Xi Jinping: “Ningún líder de la República Popular China ha acaparado tal poder, ni tal culto a la personalidad, desde Mao Zedong. No es difícil percibir al presidente Xi como la encarnación de un nuevo emperador en el tono celestial. Xi Jinping es también el comandante en jefe de las fuerzas armadas chinas, una novedad que no se producía desde tiempos del presidente Mao”.
Y ámbitos sobre los que se debate en Europa y EE.UU. pero que parece que no tanto en China: “un ciudadano medio chino piensa que existe una meritocracia que promueve el esfuerzo, primero en la educación y luego en el trabajo. También cree que existe movilidad social y que hay recompensa para los sacrificios. Esto hace que una sociedad bastante individualista esté trabajando actualmente en conjunto con la meta común de hacer mejor y más poderoso su país”.
Desde este enlace podrás ver la vídeo reseña
[1] Hoy China tiene “la mejor, más extensa y más avanza red de ferrocarriles del mundo y una verdadera enseña de tecnología que está siendo exportada a otros países”.
[2] Tengo pendiente de leer: “Chip war: the fight for the world´s most critical technology” de Miller, J.C.