El orden monetario mundial

Tras la II Guerra Mundial, en el hotel Mount Washington, el mundo acordó Bretton Woods I (1944), un orden monetario mundial con el dólar EEUU como principal moneda, respaldado por reservas de oro.

Bretton Woods II (1971) quebró la relación entre los dólares emitidos y el oro disponible en la Reserva Federal – fin del patrón oro – consolidando el dólar como moneda dominante mundial, creando modernos sistemas de pago transfronterizos y los mercados de capitales.

Bretton Woods III sería el nuevo orden monetario – o desorden – mundial, donde el dólar empieza a perder relevancia global. De hecho, es poco probable que este orden se acuerde en territorio de EEUU, si es que se acuerda en algún lugar.

En el sistema monetario actual el dólar representa el 60% de las reservas en divisas internacionales, por el hard y soft power de Estados Unidos, y por la apreciación en el mundo de que el dólar es la moneda más segura y aceptada en pagos internacionales, e internos en países dolarizados. Para ello, EEUU tiene que garantizar que el dólar es la moneda del mundo, no solo la de EEUU.

El dinero y los sistemas de pago, armas de colaboración o destrucción

Como consecuencia de la guerra en Ucrania, Estados Unidos y Occidente han creado un precedente con la congelación de las reservas en monedas de países occidentales que estaban en poder del Banco Central de Rusia. También han cortado el acceso, parcialmente, al sistema de pagos internacional SWIFT, controlado por Occidente. Las finanzas se han convertido en armas de destrucción económica (weaponised finance) para conseguir objetivos políticos. Es posible que terceros países estén ahora más incómodos si piensan que sus reservas en dólares pueden ser confiscadas si EEUU lo decide.

En unos pocos días, los países del G7 han alterado los consensos existentes en torno al dólar como divisa segura y a los sistemas de pago occidentales como vertebradores neutrales de los flujos financieros globales.

China, principal aliado económico y político de Rusia,  es el primer tenedor de reservas de divisas del mundo, aunque la proporción en dólares no es conocida por ser confidencial la composición. Los 10 países con más reservas de mundo acumulan $8,8 trillones, el 68% de todas las reservas de divisas del mundo. Entre ellos, China y Hong Kong tienen el 29% de las reservas mundiales. Son economías tan excedentarias que pueden permitirse invertir masivamente en la deuda emitida por otros países, sobre todo deuda de Estados Unidos.

Adicionalmente, el volumen de emisión de deuda estatal ha seguido una senda fuertemente alcista en todo Occidente, como consecuencia del bailout del sistema financiero e inmobiliario en Estados Unidos tras la crisis financiera de 2008, y más recientemente, como consecuencia del apoyo financiero ante la amenaza económica de la pandemia Covid-19. Durante este período, los bancos centrales compraron la deuda de sus propios estados (sobre todo la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra) y los países tenedores de reservas internacionales liderados por China incrementaron sus inversiones en divisas occidentales.

Por tanto, hasta ahora estamos ante un Bretton Woods II extendido, donde por primera vez desde los años 70-80, la inflación vuelve a golpear a los países con monedas tradicionalmente fuertes o estables. Las causas son las disrupciones en la cadena de suministros, primero producto de las disfunciones entre países provocadas por el parón y arranque producto del Covid-19, y más recientemente como consecuencia de la crisis de materias primas y combustibles fósiles ocasionada por la guerra de Ucrania.

Se avecina pues un nuevo orden monetario que puede o no ser un orden basado en consensos como el actual, que gira en torno a las instituciones supranacionales del dinero como el FMI, el World Bank o el Comité de Pagos de Basilea, y que en las últimas décadas se han ido complementando por otras organizaciones similares de carácter regional.

De forma simplificada, en este nuevo orden monetario mundial hay 3 grandes posibilidades:

1) Orden monetario basado en instituciones y reglas

Es el sistema monetario actual, se puede calificar como basado en inside money, que significa que la confianza en el dinero está basada en las instituciones de los países que lo emiten y que lo gobiernan. Los principales países en este sistema son aquellos cuyas monedas componen la cesta de monedas de reserva mundial del FMI para los derechos especiales de giro o special drawing rights.

Estas monedas son el dólar EEUU (41,73%), el euro (30,93%), el yuan chino (10,92%), el yen japonés (8,33%) y la libra esterlina (8,09%). China se incorporó en 2016, y su peso es muy inferior al tamaño de la economía china en el mundo.

Ello implica que estas monedas son normalmente estables o fuertes respecto del resto de las monedas del mundo, y por esta razón, esas monedas son las más usadas para el comercio y la inversión mundial, con el dólar a la cabeza.

Un gran problema de este sistema estriba en que los países occidentales, con Europa a la cabeza, han incrementado la deuda y la moneda en circulación para hacer frente a una productividad decreciente y a los programas de salvamento económico tras la crisis financiera de 2008 y más recientemente la crisis del Covid. La guerra a las puertas de Europa, el coste del aprovisionamiento de materias primas y la construcción de autonomía estratégica hará incrementar aún más la masa emitida en circulación.

La ventaja de este sistema actual es que funciona adecuadamente, y los países, salvo situaciones como la actual de Rusia, pueden mover y recomponer sus reservas con facilidad, dado que existen mercados FX y de capitales fluidos y líquidos.

El mayor peso por la internacionalización del yuan chino es inevitable por la importancia de China como comprador de materias primas, y porque usará todos los recursos cuando menos soft, incluyendo la tecnología, para expandir el yuan por el mundo, como está demostrando con su liderazgo en monedas digitales a través del yuan digital (e-CNY). China ha creado su propio sistema de pagos internacional CEIPS para evitar la dependencia de SWIFT. Se acaba de anunciar la intención de Saudi Arabia de recibir pagos en yuanes a cambio de sus exportaciones de petróleo a China, en lugar de hacerlo en dólares como hasta ahora.

Pero es improbable que alguna vez llegue a ser una alternativa global al dólar, ya que su sistema de reglas de emisión, de control de movimientos de capitales y falta de privacidad producen desconfianza.

2) Orden monetario basado en materias primas

Este sistema monetario estaría basado en la confianza que al dinero emitido le otorgaría el respaldo de control de las materias primas, una suerte de «patrón commodity», que podemos calificar de outside money, al estilo de lo que sucedía cuando la libra esterlina en el siglo XIX o el dólar entre Betton Woods I y II se emitía en función del oro disponible.

El segundo escenario se aceleraría como consecuencia de la guerra de Ucrania y de su evolución, y en concreto de que China aprovechara que las materias primas de Rusia han caído de precio, al perder parte de los mercados occidentales, para comprarlas usando sus enormes reservas de dólares. China incluso podría emitir yuanes (imprimir moneda) si lo desea para ese propósito.

Ello le permitiría arbitrar contra Occidente, que tiene que pagar precios elevadísimos de materias primas del resto del mundo (dejando Rusia al margen), eventualmente pudiendo fijar China precios a su antojo, ya que sería el mayor gestor de materias primas del mundo, de modo directo o indirecto, a través de sus inversiones en países y continentes ricos en materias primas como es el caso de África. Eso sí, siempre que sus inversiones no fueran  expropiadas.

Las consecuencias para Occidente, especialmente para Europa, serían devastadoras, puesto que es dependiente de materias primas exteriores, y no puede crear autonomía. El resultado sería una recesión económica con subidas de precios (estanflación). Estados Unidos estaría mucho más protegido al ser bastante más autosuficiente, especialmente, en materias primas alimentarias, combustibles y energía.

Para hacer aún más aguda la crisis, el coste de los traslados marítimos de mercancías (shipping freight rates) están casi en máximos históricos, y si los precios de los combustibles se mantienen por las nubes es improbable que bajen. Las disfunciones en la globalización producto de bloqueos entre países (como hemos visto durante la etapa del Covid) sólo pueden empeorar aún más la situación.

Este orden monetario basado en materias primas se explica con mayor detalle en este documento de Zoltan Pozsar.

3) Orden monetario híbrido

La tercera opción es una mezcla de la primera y la segunda, con alguna posible adición, si se consolidaran criptodivisas como Bitcoin, hoy un tema incierto.

Bitcoin y el resto de criptomonedas serían una categoría de technology money, un dinero basado en la confianza de la inexpugnabilidad de su sistema de emisión y transmisión, si bien siempre será dependiente, para su funcionamiento y propagación, de las decisiones de los países que acogen sus actividades, prohibiéndolo o alentándolo.

En el nuevo Bretton Woods III coexistiría el inside money actual, basado en reglas e instituciones que hasta ahora han orquestado los consensos económicos y monetarios en el mundo, con nuevos órdenes monetarios basados en acuerdos entre países no democráticos, además apoyados en su control de las materias primas. China reforzaría lo que ya es: un nuevo sistema de normas y reglas distinto del de Occidente, que tiene un modelo económico que está funcionando, al menos hasta al momento: crea riqueza interior y es el país con mayor ahorros del planeta en cantidad de reservas exteriores.

Este mundo polarizado, con distintos sistemas de respaldo del dinero en cada uno de los grandes bloques económicos, tendría consecuencias geopolíticas tremendas, aumentando la desglobalización y la regionalización basada en intereses multiestatales (casi diríamos que civilizaciones distintas en el caso de Occidente y Oriente), frente a consensos globales como los que emanaron de Bretton Woods I y han pervivido durante Bretton Woods II.

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Enrique Titoshttps://www.elalcazardelasideas.es/
Enrique Titos Martínez, (Granada, 1960). Casado y padre de 4 hijos. Economista graduado en UAM Madrid, postgrado en IESE Business School y en Kellogg Business University (EEUU). Ha desarrollado una trayectoria directiva en seis grupos financieros, el último en Barclays Europa y siempre relacionado con áreas financieras, de tesorería y seguros. Actualmente realiza consultoría e inversiones en proyectos relacionados con cambio de modelos de negocio por razón de la tecnología, tras reorientarse con cursos sobre Fintech y Criptomonedas en el MIT, formaciones digitales y de consejos de administración en The Valley DBS y Escuela de Consejeros. Es Consejero Asesor en la empresa Fellow Funders, Consejero Independiente de QPQ Alquiler Seguro SOCIMI y promotor de Consejos Asesores de Innovación Abierta (CAIA) en compañías establecidas como CASER Seguros. Miembro del Consejo Académico de la Fundación Fide, Director del Grupo Dinero Digital y Sistemas de Pago de Fide, Jurado de los Premios Knowsquare y fundador del Club de Lectura Know Square, y del Cineforum Mensajes de Cine.

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