La publicación del libro «The future is Asian» de Parag Khanna ofrece otra oportunidad más de retar nuestras idea del futuro desde la perspectiva de nuestras mentes occidentales.
Este libro es el elegido por el Book Club que el World Economic Forum ha creado partiendo de una lista de libros que nomina cada mes y este libro es el ganador de febrero.
Junto con Financial Times y otros centros, el WEF se convierte en otro prescriptor más de libros y los premios anuales a los libros cada vez parece más espaciados y distantes ante la continua aparición de nuevos e interesantes títulos. Ahora tenemos premkios en continuo. Otra disrupción más en el tradicional mercado de los libros, que han tomado un impulso renovado en la nueva etapa digital incluso en formato papel.
Pero vayamos al libro. Iniciativas como el Belt and Road Initiative (BRI) son el proyecto de infraestructura más grande del siglo XXI, ideado por China como principal promotor y será gestionado por asiáticos. Y no quieren que el ferrocarril se detenga en Madrid. Quieren que el cinturón siga por Africa y hasta Sudamérica (¿cómo lo harán?). Sólo por dar una cifra relevante, los países de Asia representan más del 50% del PIB mundial y dos terceras partes del crecimiento mundial y de forma combinada (China e India aparte) son una fuerza política creciente en el mundo.
Hemos de ser conscientes de la transformación de la Humanidad durante una sola generación, que el cambio es aceleradamente creciente, y que muchos regímenes no democráticos lo están haciendo bien a los ojos de sus ciudadanos. Quizá ahí está la clave de los movimientos populistas que estamos viendo en Occidente. No sabemos a donde vamos.
Pero esto no está pasando en Asia. En China el gobierno se ha comprometido con su población en 3 aspectos fundamentales: la mejora de la educación, de la sanidad, y reducción de la pobreza. Y la gente está contenta aunque no tengan democracia. Esta es la esencia del programa político de China para con su población, mientras persigue otros objetivos más globales para catapultar su creciente fortaleza interna.
Si algo saben los chinos es construir a escala. Las empresas occidentales hace ya muchos años que usaron China como lugar de construcción barato y en masa de los productos que luego vendían en todo el mundo. China ha aprendido que los modelo de negocio de éxito son globales. Por eso las visitas de sus jefes de estado y altos funcionarios a Occidente se concentran en entender las operaciones y cómo funcionan las cadenas de valor, interés poco manifestado por muchos dirigentes occidentales cuando hacen la visita inversa, más interesados en la firma de acuerdos que no se saben si comprenden y en fotos para la historia.
Liderazgo es la palabra clave: China y Asia tienen cada vez mejores líderes. Sin duda hacen dumping según nuestras normas y concepciones, pero cada vez más, por demografía y crecimiento ellos dominan el mundo. Igual que los británicos lo dominaron en el siglo XIX. O los norteamericanos en el siglo XX y comienzos del siglo XXI. La innovación y el progreso implica adentrarse en la incertidumbre, y Asia no tiene problema en ello, quizá porque tiene más que ganar que perder. Y ello no es el caso de Occidente.