Este no es un libro reciente y Mariana Mazzucato toca un tema candente, de indudable importancia a medida que se confirma el valor exponencialmente creciente de los nuevos modelos de empresas que saben aprovechar la innovación tecnológica.
El «Estado emprendedor» se publicó en 2014, pero parece que haya pasado mucho más dada la vorágine de nuevos títulos y la rapidez con la que muchos de ellos quedan obsoletos. Mariana Mazzucato es una renombrada activista que realiza en este libro una reflexión profunda sobre el rol del Estado y su relación con la innovación en el sector privado. Académica de profesión, ha asesorado a empresas y gobiernos como el británico y a la Comisión Europea. Es también directora del Institute for Innovation and Public Purpose del University College de Londres.
A través de sus trabajos e investigaciones, ha buceado en el papel del Estado, especialmente en el caso de Estados Unidos, en el fomento de la innovación que ha dado lugar a ecosistemas de los que han surgido empresas como Apple, Facebook, Google, Amazon o Microsoft. Esta es la trama de «El Estado emprendedor», una reivindicación del papel de los estados en los procesos previos al alumbramiento comercial de productos innovadores que se convierten en éxitos económicos para sus promotores. Es una reflexión que intenta reequilibrar las recompensas del éxito de una más forma amplia y distribuida de forma que el Estado no recoja solamente los platos rotos de las crisis cuando estas se producen.
Es un libro valiente porque se enfrenta a la concepción habitualmente extendida sobre donde se crea el valor en la economía, que la teoría general ubica en el sector privado. Su tesis es que el crecimiento y valor provocado por la innovación en las corporaciones debería ser más inclusivo para la sociedad, beneficiar al Estado a través de los impuestos y revertir más en salarios y en empleos de lo que lo está haciendo. Difícil tarea, ya que es conocido que la participación del factor trabajo en la renta nacional de cualquier país desarrollado no hace más que bajar en los últimos 50 años.
Confrontando la tesis liberal-capitalista extendida de que el Estado ha de limitarse a un papel facilitador de la iniciativa privada, a amortiguar las externalidades negativas producidas tras las crisis (véase el caso de los rescates bancarios tras la crisis financiera de 2008), contraria a la crítica de que el Estado no innova, Mazzucato realiza un análisis detallado e incisivo del rol del gobierno de los Estados Unidos en ciencia básica y distintas tecnologías, sin las cuales éxitos como el iPhone no hubieran sido posibles.
La propia internet surgió de ArpaNet, una iniciativa de la DARPA (agencia de proyectos de investigación avanzada de la defensa de EEUU) para conectar los sistemas de satélites, que a su vez también dio lugar a los sistemas de geoposicionamiento (GPS). Como se expone debajo, muchas de las tecnologías que dieron lugar al iPhone surgieron de los presupuestos públicos del gobierno de EEUU.
Según Mazzucato, «las habilidades de Apple se basaron sobre todo en su capacidad para
a) identificar las tecnologías emergentes con un gran potencial,
b) aplicar técnicas de ingeniería complejas para integrar con éxito esas tecnologías emergentes previamente identificadas, y
c) mantener una visión corporativa clara que prioriza el desarrollo de productos basados en el diseño que tienen como objetivo la máxima satisfacción del usuario.»
Las tesis de Mazzucato son especialmente relevantes hoy, mucho más cuando las grandes empresas tecnológicas del siglo XXI están alcanzando una valoración económica sin precedentes en la historia empresarial, creando conglomerados registrados en los países más convenientes para pagar pocos impuestos. Además, critica Mazzucato, por su propia naturaleza generan pocos puestos de trabajo en los países donde se produce el valor fundamental de sus productos. En el caso de EEUU, donde las distintas agencias federales invirtieron de forma previa en la ciencia y tecnología, permitiendo al sector privado alumbrar productos que fundamentalmente benefician a los inversores privados en las acciones de las compañías.
Así, pese a que la producción y ensamblaje de los productos de Apple se produce fuera de EEUU, Mazzucato estima que más del 50% de su valor se produce en EEUU como consecuencia de las actividades de desarrollo, prototipación, marketing y talento ubicadas en este país. Casi el 60% del precio de los productos se queda en beneficios en Apple, que además paga impuestos reducidos por el propio sistema de tributación estatal en EEUU, diseñado para una etapa industrial donde los modelos de negocio implicaban más producción física. Combinado con las recompras de acciones por la enorme caja generada, los salarios y bonuses de los altos directivos (según Mazzucato, los 9 principales directivos de Apple recibieron 411,5 millones de dólares), los directivos de alto nivel y los accionistas son los principales beneficiados del éxito y de la enorme valoración de Apple.
Y algo parecido sucede con la industria farmacéutica, que si bien invierte cantidades ingentes en I+D, es mucho más lo que invierte el estado en investigación básica, a través de universidades o centros estatales. Las inversiones del capital riesgo en biotecnología entran en la denominada fase dos, se apoyan en inversiones en ciencia básica de agencias y universidades americanas, con fuertes subsidios y desgravaciones a las startups o spinoffs de las universidades. Mazzucato cita puntualmente las actividades de agencias como la DARPA, ARPA-E que desarrolla ciencia básica en energías verdes (la siguiente revolución tecnológica), la ODA (ley de fármacos huerfanos) o la NNI (iniciativa nacional de tecnología). El sector privado «se apalanca» sobre ello de cara a capturar un valor desproporcionado, que cada vez menos en los últimos tiempos según Mazzucato, revierte a las arcas estatales o en la sociedad a través de impuestos o puestos de trabajo.
En un mundo globalizado donde los estados son nacionales mientras que los nuevos titanes son globales, «El Estado emprendedor» es una llamada a repensar la distribución del valor creado para reducir la creciente desigualdad. Los estados débiles que sucumban a la reducción de su tamaño verán reducidas las posibilidades de crear valor para sus poblaciones a largo plazo.
«El valor a futuro estará ligada a la inversión en el I+D correcto en cada caso aprovechando las fortalezas propias de cada país y su modelo. «
Países como España tienen una indudable fortaleza en factores como su geolocalización, clima, cultura, en industrias como el turismo o la sanidad, o segmentos como la tercera edad. Hay que hibridar esos factores nativos o fortalezas con la I+D apropiada. Como dice Mazzucato, «no es sólo una cuestión de tamaño del gasto público, sino en el I+D adecuado creando el ecosistema adecuado. «
«El Estado emprendedor» es una llamada a contener la privatización continua de beneficios haciendo que el estado socialice las perdidas tras las crisis, como se vio en la última crisis. En contra de lo que dice algún político, el estado somos todos, y, por tanto, el dinero público tiene dueño: los contribuyentes.
Las tesis de Mazzucato son fuertemente cuestionadas por el pensamiento liberal, que también aporta sus puntos de vista de por qué la intervención estatal es nociva para el desarrollo de la iniciativa empresarial y de la innovación real en la economía. Para valorar esta opinión dejo aquí el análisis del Instituto Juan de Mariana realizó a propósito de la publicación del libro «El Estado emprendedor».
«La tesis liberal se concentra cree que hace falta menos estado para crear más valor, mientras que Mazzucato cree que el estado y sus habitantes han de participar más en redistribución del valor creado para que el sistema sea sostenible. «
Quizá otro punto débil de «El Estado emprendedor» está el que no considera los empleos indirectos y, por tanto, el valor que crea y los impuestos que pagan nuevas profesiones como consecuencia de los nuevos ecosistemas creados al calor de los nuevos modelos tecnológicos de negocio. Por ejemplo, según Andrés Oppenheimer en su libro «Salvese quien pueda!», Apple ha creado con tu tienda de apps hasta 1,9 millones de puestos en EEUU, con lo que su cifra oficial de 76.000 empleados es un proxy equívoco de los puestos generados por Apple.
Detrás de «El Estado emprendedor» hay todo un repensamiento de cómo se interpreta el valor en la nueva sociedad del siglo XXI. Su reciente libro, «The value of everything», propone un pensamiento alternativo a asociación tradicional y mayoritariamente incuestionada de que valor es igual a precio. Pero este tema lo trataré en otro artículo.