¿Desaparecerán la peculiaridad y las nuevas ideas?


Ciertamente deberíamos estar preocupados por la privacidad de nuestros datos ante la continua explosión de nuestra exposición digital y frente a la diarrea narcotizante de los medios de comunicación, sólo focalizados en general en mantenernos pendientes de sus pantallas el mayor tiempo posible. La inteligencia artificial, silenciosa pero cada vez más presente en los motores de los buscadores, redes sociales y en los dispositivos que más usamos, es como un lazarillo que cada vez nos guía más certeramente gracias al reguero de datos y contenidos que dejamos en nuestro paso por internet. 

Nuestro tiempo de introspección se resiente con los continuos cantos de sirena de los dispositivos que pulsamos, vemos u oímos.
Hay muchos estudios que ratifican la importancia de los sesgos cognitivos. Esto implica que por lo general nos encanta que nos digan cosas con las que estamos de acuerdo. Nos encanta estar con personas con las que estamos de acuerdo. Y parece que cuando estamos muy de acuerdo nuestras posiciones tienden a radicalizarse. En general, parece que nos cuesta trabajo escuchar pensamientos divergentes, especialmente cuando afecta a algo profundo en nosotros, como por ejemplo nuestros valores y convicciones. 
Si tendemos a la homogeneidad o cómo decía Thomas Friedman «El mundo es plano», ¿donde estará la diferenciación en el futuro? Y por tanto, ¿estamos perdiendo peculiaridad, creatividad, la capacidad de imaginar?
A la luz de la eclosión del número de empresas startups a nivel mundial, no parece que éste sea el caso. En todos los países y en todos los sectores y cada vez más población a nivel mundial, de forma especial en países emergentes, se están incorporando gracias a la revolución digital a unas posibilidades de desarrollo impensables hace unos pocos años. Sí que parece cierto que cada vez hay menos compañías listadas en los mercados de valores, aunque quizá ello tiene que ver con que las compañías ven más posible el crecimiento fuera de los mercados de capitales públicos por todas las exigencias que ello comporta. Además, hay otras formas de financiarse, como señalaba David Cano en su reciente post
También es cierto que la riqueza se está polarizando (diferencias entre los más ricos y los siguientes niveles), pero no hay ninguna duda de una mejora generalizada de las opciones de una gran masa de la población mundial. En mi opinión, estamos en la parte inicial del famoso ciclo de Gartner, y que la siguiente fase será problemática como consecuencia del desinflamiento de una expectativas excesivas. Ello podría combinarse con los efectos de una intensa robotización que afecte a puestos de trabajo que no encuentren alternativas de forma inmediata. 
Porque parece evidente que esta cuarta revolución tecnológico-industrial en la que estamos no está incrementando la productividad y que no se va a producir una expansión neta del número de empleos. 
¿Seremos capaces de crear ideas nuevas que valgan la pena y que nos saquen del «valle de la desilusión» de la curva de Gartner?
La visión pesimista está preocupada por el aplanamiento mental que implica la conexión permanente a dispositivos. Hay estudios que hablan de que los actuales adolescentes y generaciones siguientes estarán fuertemente afectados por la pérdida de atributos creativos que parece que se refuerzan con la interacción social. 

La innovación es la chispa que surge entre pensamientos divergentes.


Parece que los jóvenes tenderán a estar cada vez más solos y que la capacidad de asombrarse no es la de antes. La teoría más negativa aduce que la falta de criterio producto de consumo de informaciones que sólo refuerzan nuestras convicciones produce el efecto de «mentes colmena», una suerte de aureola de pensamiento de geometría inexplicable y tendencias seguidistas, donde la discrepancia y el pensamiento crítico están mal vistos.

Otra visión, y por supuesto siempre hay una intermedia, es que realmente no sabemos cómo los humanos nos vamos a desenvolver en el nuevo entorno, pero que todas estas herramientas aguzarán la creatividad, como explica este artículo del Financial Times
¿Qué podemos hacer las personas ante esta situación?

La respuesta individual no puede ser otra que la educación continua, la continua adaptación a un entorno cambiante que requiere el aprendizaje de nuevas técnicas, métodos y tecnologías. La respuesta colectiva va a precisar que los estados salgan al rescate de las personas con mecanismos de apoyo como algún tipo de renta universal junto con un cambio en los planes educativos y formativos que permitan que los trabajadores presentes y futuros se adapten a los requerimientos de los nuevos puestos de trabajo. 

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Enrique Titoshttps://www.elalcazardelasideas.es/
Enrique Titos Martínez, (Granada, 1960). Casado y padre de 4 hijos. Economista graduado en UAM Madrid, postgrado en IESE Business School y en Kellogg Business University (EEUU). Ha desarrollado una trayectoria directiva en seis grupos financieros, el último en Barclays Europa y siempre relacionado con áreas financieras, de tesorería y seguros. Actualmente realiza consultoría e inversiones en proyectos relacionados con cambio de modelos de negocio por razón de la tecnología, tras reorientarse con cursos sobre Fintech y Criptomonedas en el MIT, formaciones digitales y de consejos de administración en The Valley DBS y Escuela de Consejeros. Es Consejero Asesor en la empresa Fellow Funders, Consejero Independiente de QPQ Alquiler Seguro SOCIMI y promotor de Consejos Asesores de Innovación Abierta (CAIA) en compañías establecidas como CASER Seguros. Miembro del Consejo Académico de la Fundación Fide, Director del Grupo Dinero Digital y Sistemas de Pago de Fide, Jurado de los Premios Knowsquare y fundador del Club de Lectura Know Square, y del Cineforum Mensajes de Cine.

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