Contener, atender, resolver la crisis del Covid-19

Hace no mucho hablábamos de la insostenibilidad de la deuda ante su tamaño record, del imperativo de luchar contra el cambio climático y del impacto de las nuevas tecnologías digitales en la vida de los negocios y las personas. Y, de pronto, la naturaleza ha hecho su aparición por donde menos se esperaba: la pandemia del Covid-19. Si nos creíamos dioses, la naturaleza nos ha recordado de sopetón nuestra vulnerabilidad como animales. Bill Gates fue de los pocos que avisó sobre la poca preparación de los sistemas sanitarios para una pandemia global. Una pandemia global como esta es algo que no hemos visto en nuestra generación.
Episodios recientes como ébola, SARS y otros han ocurrido en entornos geográficos más limitados y lejos de los países desarrollados, en teoría mejor preparados para evitar propagaciones. Por el contrario, esta pandemia se ha iniciado en un país ya desarrollado (China) y se ha expandido fundamentalmente hacía los grandes nodos de conexión de personas, que son los países desarrollados y en especial las grandes urbes, cuyos habitantes son una parte álgida la concentración de movimientos de personas en el mundo – el libro “La plaza y la torre” de Niall Ferguson ayuda a pensar en términos de propagación usando la teoría de las redes.
Esta pandemia ocurre y se acelera por la hiperconexión entre países generada por las fuerzas económicas de la globalización que toma fuerza especialmente a partir de los años ochenta y dramáticamente con la incorporación de China al comercio mundial. Buscando un símil con las nuevas tecnologías -de las que se dice que aceleran los ritmos de adopción por parte de la población de nuevos gadgets o dispositivos-, el Covid-19 es un golpe letal de las “tecnologías de la naturaleza” -los virus biológicos, no los informáticos- a la población, a la economía y al sistema de vida, al menos en el corto plazo, de buena parte de la población mundial. Lamentablemente, el Covid-19 ha desplegado ya unos efectos “infodémicos” que han alcanzado los mercados financieros de todo el mundo de una forma tan virulenta que es poco probable que la mortalidad humana alcance proporciones comparables.
El ritmo exponencial de propagación del virus y sus efectos sociales hacen urgente y necesaria una respuesta contundente y coordinada por parte de autoridades sanitarias, bancos centrales y responsables económicos. Esa respuesta ha de ser política, porque son los políticos los que están al frente de los países, sean democracias, autocracias o regímenes dictatoriales. Si se decía que la tecnología no conoce fronteras, los virus bacteriológicos se pasean con sus portadores libremente por el mundo.
El marco de resolución de los efectos del virus en la sociedad y en la economía ha de ser compatible con las actuaciones sanitarias y científicas:
Contener la propagación del Covid-19.
Atender a los infectados.
Resolver el problema proporcionando una vacuna.
Por tanto y de forma paralela, necesitamos contener el desánimo y la destrucción estructural de tejido económico que las cuarentenas están provocando en la demanda de productos no esenciales. Hay un tiempo limitado en el que los negocios pueden estar cerrados antes de suspender pagos o quebrar.
Necesitamos atender a personas y empresas a través de programas de inyección monetaria, presupuestaria y fiscal con un tamaño y variedad desconocidos, usando las herramientas existentes, a través de programas coordinados multipaís porque todos son parte de una cadena global de impactos. Más vale equivocarse en una primera fase antes que dilatarse en el diseño fino, porque no hay tanto tiempo. Ahora la deuda y el dinero no son el problema, sino la solución.
La resolución de esta situación no está en ningún manual y la forma en que contengamos y atendamos ahora los efectos económicos del Covid-19 revelará el mundo post pandemia, y aunque desearíamos se pareciera a lo que reconocemos, hay sectores que van a cambiar para siempre como consecuencia del teletrabajo y una concepción distinta de la globalización.
La crisis del Covid-19 va a generar una recesión económica inevitable. Su profundidad y duración dependerá de las medidas globales de contención y atención. Ellas definirán el mundo post Covid-19.

(*) Este artículo forma parte de un trabajo colaborativo que la Fundación FIDE está realizando para dar la voz a la sociedad civil respecto de la crisis del Covid-19. El documento contiene 34 artículos de opinión de parte de sus asociados y del Consejo Académico, del que me honro en ser parte, y son la primera de una serie semanal de reflexiones.

El Alcázar de las Ideas está plenamente comprometido con las iniciativas que refuercen nuestra resiliencia en estos difíciles momentos y con las reflexiones que nos permitan rediseñar un mundo mejor cuando pase la pandemia.

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Enrique Titoshttps://www.elalcazardelasideas.es/
Enrique Titos Martínez, (Granada, 1960). Casado y padre de 4 hijos. Economista graduado en UAM Madrid, postgrado en IESE Business School y en Kellogg Business University (EEUU). Ha desarrollado una trayectoria directiva en seis grupos financieros, el último en Barclays Europa y siempre relacionado con áreas financieras, de tesorería y seguros. Actualmente realiza consultoría e inversiones en proyectos relacionados con cambio de modelos de negocio por razón de la tecnología, tras reorientarse con cursos sobre Fintech y Criptomonedas en el MIT, formaciones digitales y de consejos de administración en The Valley DBS y Escuela de Consejeros. Es Consejero Asesor en la empresa Fellow Funders, Consejero Independiente de QPQ Alquiler Seguro SOCIMI y promotor de Consejos Asesores de Innovación Abierta (CAIA) en compañías establecidas como CASER Seguros. Miembro del Consejo Académico de la Fundación Fide, Director del Grupo Dinero Digital y Sistemas de Pago de Fide, Jurado de los Premios Knowsquare y fundador del Club de Lectura Know Square, y del Cineforum Mensajes de Cine.

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