Me interesa conocer cómo tomamos decisiones. Y lo primero es saber las estructuras cerebrales que están implicadas en la evaluación de las recompensas y de los riesgos. Para ello, nada mejor que un neurólogo. Para las siguientes fases, un psicólogo y, si lo que nos interesa es la toma de decisiones económicas y financieras, un economista. Este libro es muy útil en lo primero, pero en mi opinión no está a la altura en los siguientes pasos. En especial en los aspectos relacionados con los mercados financieros, en donde me temo que los ejemplos son tópicos y no gozan del suficiente contraste empírico. Lo siento pero no, la testosterona no es un indicador fiable de la calidad de un gestor de carteras. Y tampoco la fase lunar. Además, es imprescindible citar las fuentes de los estudios a los que se hace referencia (el libro no tiene una bibliografía).
Pero la primera parte me ha servido para empezar a entender cómo funciona el cerebro. Y me ha motivado para profundizar en las estructuras del sistema de recompensa cerebral (la región cerebral del “sí”) y del sistema de aversión a la pérdida (la región del “no”). El primero, compuesto por, entre otros, el núcleo accumbens y el córtex prefrontal, nos llevan hacia el sí (se activa cuando nuestro cerebro interpreta una recompensa). Lo dopamina es el neuorotransmisor que permite su funcionamiento. El segundo, que no tiene una definición anatómica tan detallada, aunque se conocen varias estructuras que participan como la amígdala cerebral y la ínsula, bloquea la decisión y nos lleva al no.
Mediante un estímulo primario (“efecto goggle”), que sabemos que atrae, se activa el sistema de recompensa cerebral, en concreto, el núcleo accumbens, de manera que cuando le presentamos un estímulo secundario será más fácil desplazar el equilibrio entre el sistema de recompensa cerebral y el sistema de aversión a la pérdida hacia el primero, y el sujeto estará manipulado de un modo inconsciente hacia una toma de decisión positiva que no tiene por qué ser la que más le conviene. ¿Y qué es el «punto S»? La activación simultánea de la corteza prefrontal y del núcleo accumbens mientras se mantiene inhibida la amígdala cerebral.
La explicación neurológica de la Teoría de las Perspectivas de Tversky y Kahneman es que tenemos un sistema de aversión a las pérdidas que no nos deja tomar las mejores decisiones (el homo sapienstiene una irracional aversión la pérdida). La explicación neurológica del «efecto halo» es la activación del núcleo accumbens; y la de un contrarian, que en él se activa la amígdala cerebral. Y el momentumsería un claro ejemplo de efecto rebaño que aumenta nuestro sistema de recompensa cerebral a través de las neuronas en espejo y que bloquea la activación de centros cerebrales implicados en el procesamiento del dolor y en el desarrollo de emociones negativas, como la amígdala y la ínsula. «Para nuestro cerebro es mucho más sencillo imitar comportamientos que crearlos»
Una última idea: una de las formas más fáciles de aprender es la activación repetida del sistema de recompensa cerebral. El sistema de aversión a la pérdida no está tan relacionado con el aprendizaje. De ahí que para fomentar el aprendizaje sea mejor dar recompensas que sancionar, sea mejor activar el sistema de recompensa que el de aversión a la pérdida.