A más tech, más Platón

¿Eres de ciencias o de letras? Esta era una de las preguntas más recurrentes que nos hacían cuando, de adolescentes, trataban de orientarnos sobre qué carrera universitaria teníamos que estudiar. El sesgo venía después: “los listos, a ciencias; los no tan listos, a letras”. Ahora el concepto es un poco más refinando y los inteligentes estudian STEM (ciencias, tecnología, ingeniera y matemáticas). La idea que subyace es similar. Y también el posible error: cuando el desarrollo de la tech ha alcanzado cotas que eran inimaginables hace unos años y cuando lo que está por venir asoma su potencial, es tiempo de cambiar de orientación.

Se han creado caminos que separan, en lugar de fomentar la colaboración entre las dos culturas. Este libro trata de reformular este debate, reconociendo la necesidad de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, pero sin desdeñar el rol de las humanidades. Los eternos interrogantes de las humanidades se han convertido en requisitos esenciales de nuestros nuevos instrumentos tecnológicos. Serán los graduados en literatura, filosofía y ciencias sociales quienes ayuden a guiar las startups tecnológicas más exitosas. Quienes estudian nuestra condición humana son quienes nos deben mostrar cómo aplicar la tecnología y con qué propósito”. Estas afirmaciones van muy en línea con la reseña que escribí sobre Alfas y Omegas. Guía para un liderazgo incluyente, de Mercè Brey y Victoria Yasinetskaya y que titulé: “Cuanta más inteligencia artificial, más inteligencia emocional[1]” o, por resumirlo de otra forma: cuanto más silicio y algoritmos haya, más necesario es un enfoque humano.

 

El autor no pone en duda que haya que intensificar el desarrollo tecnológico ni insinúa que lo que se ha conseguido haya sido negativo. Por eso, creo que el título no es del todo adecuado. No detecto que el autor pida “menos tech”, pero “sí más Platón”. Es decir, necesitamos nuevos enfoques en el desarrollo de la tecnología que vuelvan a poner a la persona en el centro. “Las tecnologías pueden ser utilizadas para infligir un gran daño e, incluso cuando están destinadas a mejorar nuestras vidas, pueden tener consecuencias imprevistas y desafortunadas. La mejor manera de asegurar su potencial para fortalecer nuestra seguridad, resolver problemas sociales y aliviar el sufrimiento en todo el mundo es asegurar una colaboración más creativa. Cualquiera que tenga voluntad y confianza creativa está facultado y cuenta con el extraordinario conjunto de herramientas tecnológicas para desempeñar un papel importante en el desarrollo social. Como líderes de organizaciones, ciudades y gobiernos, no solo debemos pensar en ser más techies, sino en cómo podemos unir esta habilidad a un factor humano que aborde problemas sociales urgentes. Por muy maravillosas que sean las nuevas tecnologías requieren de participación humana y de la comprensión de los deseos y de las debilidades de los humanos, para poner todo su potencial a nuestra disposición. Hay que procurar volver a nuestras máquinas más humanas. Aunque contemos con herramientas cada vez más potentes, seguimos necesitando las cualidades atemporales que nos hacen humanos. Los humanos y las máquinas trabajan mejor juntos. Las máquinas se deben integrar correcta e íntegramente en nuestras vidas.” Más fuzzyy más techie.

 

Y algo que me ha gustado mucho es la exposición que hace de empresas de tecnología exitosas gracias a la formación en humanidades de sus fundadores. Es decir, no es lo que va a venir, sino lo que ya ha pasado. “Muchos otros fundadores exitosos de empresas innovadoras impulsadas por la tecnología también dicen que su formación en humanidades les ha permitido descubrir nuevas formas con las que aprovechar el poder de la tecnología. Una buena educación en humanidades proporciona muchas habilidades que no solo son valiosas para el mundo de los negocios en general, sino que, de hecho, son vitales para participar en la próxima ola de productos y servicios innovadores impulsados por la tecnología. Los estudiantes que se embarcan en grados en humanidades suelen contar con una motivación manifiesta por investigar lo que nos hace humanos: cuáles son nuestros comportamientos y por qué tenemos dichos comportamientos. Una de las necesidades más inmediatas en la innovación tecnológica es invertir en productos y servicios con mayor calidad humana, cuya sensibilidad a la necesidades y deseos de las personas sea más acertada. Cómo hacer que su productos y servicios sigan un perfil más humano”.

 

Se trata de combinaciones que nos parecen extrañas pero que son súper potentes: ingeniero informático con filosofía y literatura; matemáticas con psicología y teoría política; telecomunicaciones con historia antigua y filología; ingeniería con antropología. En eso consiste desarrollar habilidades techie y fuzzy. “La tecnología por sí sola no es suficiente: es la tecnología unida a las humanidades lo que genera un resultado que hace cantar a nuestro corazón. Nuestra tecnología debería proporcionar esperanza en lugar de miedo. Es esencial reconocer la falsa división entre una alfabetización tecnológica y otra basada en nuestras habilidades y competencias más humanas. Los expertos en humanidades están ayudando a salvar las distancias entre especialidades, estableciendo conexiones inesperadas entre los problemas más apremiantes y los medios tecnológicos para resolverlos, y formando los equipos interdisciplinares necesarios para fomentar el desarrollo de las áreas de innovación más prometedoras, todo ello mientras expanden una idea central: la importancia de contabilizar el factor humano para que las nuevas tecnologías mejoren considerablemente nuestras vidas”.

 

Como ya nos indicó en 2011 Nathan Jurgenson, el “dualismo digital” es una falacia. La línea que separa las experiencias fuera y dentro de internet es un argumento falso que no encuentra su justificación en un mundo dominado por las nuevas tecnologías. “Propongo una perspectiva distinta que afirma que nuestra realidad es al mismo tiempo tecnológica y orgánica, y de la misma forma física y digital. No entramos y salimos del mundo digital y físico igual que en Matrix, sino que vivimos en una única realidad, una aumentada por átomos y bits”. Las experiencias de nuestra vida real y nuestra vida digital están interrelacionadas. Es un error separar ambos mundos.

 

Y, tal y como señaló Georgia Nugent: “Es una terrible ironía que, ahora que el mundo se ha vuelto más complejo, estemos animando a nuestros jóvenes a que se especialicen al máximo en una sola tarea. La razón por la que las humanidades son relevantes es porque preparan a los estudiantes para ser flexibles y para que desarrollen la capacidad de adaptarse a circunstancias cambiantes. En un mundo en constante cambio, la demanda de agilidad intelectual, de creatividad y de curiosidad por explorar nuevos terrenos es más alta que nunca”.

 

Porque el objetivo es mejorar nuestras vidas y a ello ayuda la tecnología, sobre todo si trabajo al lado de las humanidades. En la combinación está la clave del impulso que, además, será inclusivo y universal. “Lo correcto no es el enfoque exclusivamente técnico que algunos han defendido, sino la simbiosis humano-máquina, que es lo que está conduciendo a soluciones más efectivas y humanas. A medida que nos acercamos a un futuro cada vez más tecnológico, se vuelve más urgente cerrar la brecha techie-fuzzy reina en nuestros sistemas educativos, desde las primeras experiencias de aprendizaje hasta los estudios universitarios y de posgrado, y lograr que reflejen esta dualidad social tan necesaria. Debería haber antropólogos, sociólogos y psicólogos en todos los laboratorios de inteligencia artificial de vanguardia. Los fuzzies y los techies no deben considerarse perfiles opuestos; de hecho, son cruciales al mismo tiempo”.

 

Por cierto, el futuro trabajo del 65% de los niños en edad escolar aún no existe.

 

Vídeo reseña:

https://youtu.be/0FSx-Jzv3g8

 


[1] http://www.empresaglobal.es/EGAFI/contenido/1946069/1601149/cuanta-mas-ia-mas-ie.html

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David Canohttps://www.elalcazardelasideas.es/
David Cano Martínez 46 años, casado y con 3 hijos. Licenciado en Dirección y Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y Máster en Finanzas Cuantitativas por Afi Escuela de Finanzas es socio de Analistas Financieros Internacionales y Director General de Afi Inversiones Globales, SGIIC, empresa especializada en la gestión de carteras y el asesoramiento a inversores institucionales, fondos de inversión y fondos de pensiones. Más de 20 años de experiencia profesional en análisis económico internacional y gestión de carteras. Coautor de una docena de libros de mercados financieros y economía y de más de un centenar de artículos sobre macroeconomía, gestión de carteras, activos financieros, fondos de inversión, derivados, política monetaria y finanzas empresariales. Es profesor de los más prestigiosos centros de postgrado en finanzas españoles, entre ellos, Afi Escuela de Finanzas, y colabora habitualmente en los medios de comunicación. Tweco en la sección mercados financieros de forma ininterrumpida desde 2016 (@david_cano_m). Miembro del jurado de los premios Knowsquare y del Club de Lectura Know Square. Fundador del grupo de reflexión Los Siete del Prado (L7dP).

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