El fenómeno de la posverdad se había convertido en una amenaza para toda la sociedad. La globalización, la ubicuidad de las comunicaciones y la democratización de las noticias parecían no ser tan buenas como se había imaginado.
Lo global escapa al control de lo local, lo regional y lo nacional. Lo ubicuo e inmediato de las comunicaciones impide el control de los contenidos. La democratización de las noticias permite la aparición de ideas no solo contrarias a la ortodoxia, sino muchas veces faltas del más mínimo rigor intelectual.
Había que poner coto a los desmanes producidos por la difusión de contenidos no veraces o no verificables.
Libertad es esclavitud reza nuestro lema en Engsoc. Libertad es esclavitud cuando la libertad se basa en informaciones falsas y se construye la realidad a partir de materiales y cimientos equivocados. La libertad sólo puede construirse desde la verdad. Y la verdad es un concepto tan difícil de definir…
La democratización universalista gobierna a golpe de encuestas. Toda la construcción del Estado se viene abajo con la ruptura del contrato social. No se puede cambiar una parte de una libertad de la que no se goza al no tener dónde apoyarla por una seguridad que ya no puede proporcionar una jerarquía rígida en un mundo descentralizado.
Toca cambiar el esquema o reforzarlo. Toca alterar el paradigma o reconducir la realidad. Adaptar el ser al deber-ser o viceversa. Y la viceversa implica hacerlo antes de que el ser real sea demasiado grande para caer.
Es por ello que, a día de hoy, en el primer mes de 1983, nuestro Amado Líder, nuestro Gran Hermano, ha decidido crear el Ministerio de la Verdad para proteger a la población de las noticias falsas. Loor a nuestros dirigentes por ayudarnos a distinguir lo verdadero de lo falso y permitir así nuestra libertad.
Seguro que el año que viene la situación es mucho mejor. Habremos salvado al Estado y a nuestra sociedad.