Este es un libro optimista, pero no al estilo de los libros de autoayuda que prometen que te vas a convertir en millonario, en empresario de éxito o en un líder, sino al estilo que nos dice la neurociencia: las posibilidades de nuestro cerebro son aún mayores de lo que creíamos.
José Antonio Marina es un investigador del aprendizaje, por lo que este es un libro sobre la importancia del aprendizaje, “la tercera fuerza evolutiva tras las mutaciones y la selección natural. La capacidad de aprender que tiene nuestro cerebro nos ha ido distanciando cada vez más de nuestros parientes animales. Todos tenemos memoria, pero la nuestra es más amplia, versátil y, sobre todo, hemos aprendido a gestionarla y a utilizarla”.
El autor tiene una amplia experiencia en el estudio de la inteligencia, lo que se refleja en este libro. “La palabra “inteligencia” (energía potencial, la capacidad) se convierte en talento cuando amplía sus posibilidades, cuando se expande (energía cinética). El talento es, por tanto, el buen uso de la inteligencia; es la inteligencia actuando de manera adecuada, brillante, eficiente. El talento es un resultado. El aprendizaje permite pasar de la inteligencia al talento. El talento se basa en la gestión óptima de la memoria, que es el fundamento de la inteligencia humana”.
Y es que este libro es una reivindicación de la memoria. “Lo que explica la diferencia en la inteligencia en general es el modo de gestionar la memoria. Por ignorancia se ha devaluado la memoria en favor de otras facultades, por ejemplo, la creatividad, como si ésta fuera una capacidad autónoma que brotara por generación espontánea o como un don descendido de lo alto. Pero para tener buena imaginación hay que tener buena memoria; una memoria bien surtida es esencial para la creatividad. Y lo que llamamos “intuición” es también un producto de la memoria; un determinado uso de la memoria y, por eso, podemos educarla: “pasar del razonamiento a la intuición es cosa de la memoria” (Descartes).
“Cuanto más analizan los psicólogos las carreras de los mejores dotados, menor parece el papel del talento innato y mayor el que desempeña la preparación. Después de siglos de veneración del talento innato, ahora le ha llegado el momento al entusiasmo por el aprendizaje. Una persona necesita 10.000 horas para adquirir la maestría en cualquier actividad. Pero hace falta algo más: una práctica deliberada, dirigida, bien gestionada”.
Este es un libro de pedagogía, sobre la importancia del hábito, el gran truco para ampliar la potencia del cerebro. Los hábitos amplían la inteligencia. Nuestra capacidad de desarrollar actividades atentamente es pequeña y costosa. La educación es, en último término, la adquisición de hábitos adecuados.
“La civilización avanza en proporción al número de operaciones que la gente puede hacer sin pensar en ellas”. Alfred North Whitehead
Este es el fundamento del trabajo por proyectos como método didáctico: “Dirigir el trabajo hacia metas es el factor que influye más en el aprendizaje, después de la implicación del aprendiz (“The Power of Smart Goals: Using Goals to Improve Student Learning” Conzemius y O´Neill).
Más frases que avalan esta idea, y que creo que son aplicables a más ámbitos[1]: “No busquéis un progreso grande y rápido. Buscad pequeñas mejoras cada día: es el único modo de lograrlo, y cuando se logra, es duradero”. Esto lo decía el gran entrenador John Wooden (“The Wisdom of Wooden”)
No debe menospreciarse la importancia de la repetición, que es la clave del aprendizaje. Y como la repetición es aburrida, el buen profesor se las ingenia para que no lo parezca. Aumenta la motivación, reconoce los méritos y el esfuerzo y consigue la consciencia del progreso. ¡Qué importante es hacer una correcta planificación, haciendo que los objetivos sean suficientemente difíciles para sentirse orgulloso si se consiguen, pero no tan difíciles que el fracaso sea muy probable!
Grandes pistas para quienes nos dedicamos a educar y a enseñar, es decir, no solo para los profesores…. ¡sino para todos los ciudadanos!. Gracias a mi querido Esteban Heredia, excelente profesor y gran persona, quien me recomendó este libro en una de esas maravillosas cenas donostiarras
[1] Como la gestión de carteras y, de forma más concreta, el factor low volatility